Por Celeste Vaca y Jenny Durán
Maritza Sánchez, joven muxe que luchó por ser aceptada por su familia y por la comunidad.
La palabra muxe, viene de la palabra mujer en zapoteco. En la cultura zapoteca, muxe es alguien que es asignado el género masculino al nacer, pero que se viste y se comporta de manera femenina.
Hugo Sánchez en la comunidad de Santa Ana del Valle, en el distrito de Tlacolula de Matamoros, en el estado de Oaxaca. Maritza cuenta que de la edad de ocho a nueve años se dio cuenta que era “diferente”.
“Sí era, nací biológicamente varón, pero yo sentía algo en mi cuerpo y mi persona, en mi pensamiento, que no era un hombre”, Maritza comienza que desde temprana edad le atraían los niños, “Jugaba con las niñas, pero era como la mamá, o ‘yo soy la mamá, y ustedes busquen al papá’, porque yo no quiero [ser] su papá”.
El padre de Maritza falleció cuando ella tenía tan sólo seis años. Así que ella nunca tuvo tiempo de estar con él y su madre se fue a otra comunidad. Para Maritza, nunca sintió que su madre la abandonara, aunque muchas personas le decían lo contrario. Como muchos otros muxes, Maritza también se quedaba en casa a hacer las tareas del hogar.
“Mis tíos como que decían, ‘Ay, mira, es como mujercita’, de hacer como burla”, Maritza dice que no le gustaba como se referían a ella, me decían una palabra que a mí en lo personal no me gustaba, que era la palabra “birash”, es cómo —en zapoteco— es como inútil, como frágil, como indefenso, como una persona dócil, una persona que es más femenina que hombre”.
Después de haber vivido su niñez y su adolescencia en Santa Ana de los valles, Maritza decidió tomar la oportunidad de irse a Tijuana a trabajar vendiendo artesanías. En Tijuana, Maritza trabajó por 6 meses, pero trabajaba sin tener un pago justo. Algunas veces, solo recibía cosas como tenis, ropa o comida como pago. Después de vivir la explotación en carne propia, Maritza decidió escaparse a los Estados Unidos.
En 1989, Maritza llegó a Torrance, California y luego a Los Ángeles. Maritza cuenta que nunca había salido de su pueblito y quedo encantada con los edificios enormes de la ciudad. Entre una salida de amigos, fueron a un bar gay y por primera vez Maritza disfruto un espectáculo travesti. Sin embargo, al principio no entendía de los muchachos vestidos de artistas como Laura León, de Lupita D’Alessio y de Paquita la del Barrio hasta que cantaban con sus voces “roncas”.
La primera vez que se vistió de mujer fue a la edad de los 21 años. Fue tanta su emoción que no se quería quitar el maquillaje, la ropa, ni la peluca. En ese momento fue cuando Hugo murió y Maritza nació. Maritza, inspirado en una concursante de Miss Venezuela. Maritza se animó en concursar en un desfile de belleza ganando en
cuarto lugar.
“Era como un muchacho se miraba bonitilla, pero era más como una cosa que no tenía preparación: cómo caminar, cómo hablar, cómo mirar, cómo moverte”, ahora Maritza se siente más que preparada, “ahí empecé el ambiente del travesti, empecé a vestirme de mujer y me miraba que era lo que me gustaba a mí, porque era cuando me sentía bien, era donde me sentía cómoda”.
Después de haber vivido 5 años en losEstados Unidos, Maritza decidió regresar a México y enfrentar a su familia ahora que ya que vivía su vida como una mujer
“Cuando dicen de Oaxaca es como un pueblo, que no hay nada,” Maritza dice que algunas personas piensan que Oaxaca solo es un pueblo, “que la gente todavía vive en sus chocitas o no hay civilización, Muchas veces, mucha gente ignorante piensa eso”.
En Teotitlán, Maritza conoció a un amigo que la llevo a un bar gay en Oaxaca. Maritza quedo muy sorprendida al saber que su pueblo había lugares como estes. Pero luego de estar 6 meses en Oaxaca, Maritza decidió regresarse a Los Ángeles, específicamente a Huntington Park con su hermana.
Vestirme como mujer era lo que me hacía sentir bien.
-Maritza Sánchez
¿Cuál fue la reacción de su mamá cuando lo vio?
“Cuando me miró la primera vez que me volvió a ver, después de casi doce, trece años, pues la primera impresión que le dio pues era llorar”, Maritza comenta que fue un reencuentro muy emocional ya que su madre lloró mucho porque ella se siente como culpable de haberlos dejado. Sin embargo, Maritza entendía por qué su madre los tuvo que abandonar cuando eran pequeños.
Aunque fue muy difícil para la familia de Maritza comprender de los cambios que se había cometido, la entendieron. Ya que, siendo el único hermano mayor, era considerado como el “Papá” pero en las navidades le daban cosas de mujer como vestidos y maquillajes y fue donde se dio cuenta que la estaban aceptando poco a poco.
Por primera vez en Los Ángeles, Maritza junto a una amiga fueron a una fiesta con trajes típicos de Oaxaca. Maritza comentan que eran la sensación de la fiesta.
“Nos invitaron a la primera vela muxe”, fue donde escucho la palabra muxe por primera vez, “porque no estaba empapado con la comunidad oaxaqueña, especialmente con la comunidad del istmo, de Tehuantepec, donde se usa la palabra muxe, en lugar de birash”.
Para el año siguiente Maritza fue invitada para participar como la reina de la vela muxe. Con el apoyo de su novio, hermanos, hermanas y tías, los sueños de Maritza de 10 años, cuando se subía a los árboles de su pueblo e imaginaba que era la reina, se hizo realidad cuando fue coronada por el consulado de México.
“Me coronaron, me aceptaron muy bien toda la gente y los medio, fue como mis quince años”.
Maritza anima a la comunidad Muxe de Oaxaca, México o de cualquier parte, que sean auténticos y no escondan su verdadero ser. También que apoyen a sus familiares, amigos y la comunidad entera para que vivan su verdad.