Select Page
Ricardo: Vivero Oaxaqueño

Ricardo: Vivero Oaxaqueño

Especial de Impulso

Man standing next to tall plantsFacturando más de un millón de dólares de ventas anuales para grandes empresas, entre ellas Disneylandia, el Zoológico de San Diego y ciudades como Los Ángeles y Long Beach, Ricardo’s Nursery es un ejemplo del gran esfuerzo que hacen los oaxaqueños migrantes que tienen grandes sueños de superación tras llegar a este país con nada más que su tenacidad y trabajo.

Ricardo V. Ortiz García es originario de San Mateo Piñas, Pochutla, Oaxaca, de padres cafeticultores, los cuales tenían el sueño de hacer su rancho orgánico, meta que lograron a través de los años, al lograr su certificación.

“Yo crecí dentro de las plantas de café”, dice literalmente el inmigrante oaxaqueño, quien vio en un ingeniero que iba a darles pláticas e ideas de producción de café de manera orgánica, una inspiración.”

“Para mí era como un Dios porque tenía mucho conocimiento. Yo quería ser como él, hacer crecer plantas y hacerlo de una forma natural. Lo más orgánica que se pudiera. Le dije a mi papá que yo también quería ser ingeniero agrónomo y estudiar en (la Universidad) Chapingo, nada más que la condición era que si yo quería estudiar tenía que ayudarlo a trabajar en el rancho.”

“Cuando terminé la secundaria me fui un año al rancho, pero durante ese tiempo no había un libro que agarrar porque trabajaba de manera indiscriminada desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la noche, con lámpara. No hubo tiempo para estudiar, y cuando regresé a Oaxaca no pasé el examen de admisión porque pedían más de 8 (de promedio), y yo solo saqué 8.  A partir de ahí ya no quise estudiar y me dediqué a trabajar”. “Eventualmente un hermano que tenía ya en Estados Unidos me dijo: ‘vente si quieres ayudar a papá’”.

Para entonces el café ya no era redituable. Habían pasado 3 desgracias naturales: cayó granizo que quemó el café y a los dos años siguientes no llovió.   

El padre de Ricardo tuvo que pedir créditos al Instituto del Café y luego créditos privados que aumentaron excesivamente su deuda.

“Era una deuda muy grande, en aquel momento, un hermano que estaba aquí se hizo cargo de esa deuda y me dijo, ‘ven ayúdame para pagarla pronto”.

El sueño de ser ingeniero se quedó enterrado completamente con la migración de Ricardo, quien en ese entones tenía 20 años. 

Al llegar a Estados Unidos, Ricardo se da cuenta que tenía que hablar inglés y para ello contribuyó una amiga quien lo llevó a la escuela, después ella se desapareció y él siguió en la escuela estudiando inglés de noche y de día trabajando en una tienda de un Swap Meet.

Aprendí que todo es posible, si damos ese extra. Llegaba a las 7:30 am a la escuela. Muchos me decían: ‘¿A qué vas? si ya van a media mitad de clases’. Lo único que tenía en mente era aprender por día 5 palabras, a la semana 20 y al mes 80”. Con esa idea Ricardo siguió en la escuela aprendiendo inglés.

Aún recuerda que un 31 de diciembre cerraron la tienda donde trabajaba en el Swap Meet y se quedó sin trabajo. Compró un diccionario de inglés y empezó a aprender el idioma solo, lo que le ayudó a que fuera uno de los más avanzados de su clase.

Después de quedase sin empleo, Ricardo encontró un trabajo limpiando, en la noche, un restaurante americano a través de una compañía que prácticamente lo explotaba. Le pagaban solo 33 dólares por toda la noche haciendo lo de dos trabajadores. 

El jefe del restaurante que limpiaba se dio cuenta de la injusticia, y al ver que hablaba inglés lo contrató como empleado con un sueldo de 70 dólares por día, dinero que doblaba el anterior.

“Me di cuenta de que había más oportunidades, si seguía estudiando, así que tomé cursos de superación y más clases de inglés”. 

Al poco tiempo dejó ese empleo y se dedicó a la venta de vitaminas. Ahí conoció a mucha gente y empezó a viajar a diferentes lugares.

“Aprendí que si me movía habría más oportunidades, que si solo me quedaba con mi trabajito y en la casa viendo fútbol.”

“Fui muy inquieto, dejé ese trabajo y agarré otro más de chofer, porque me dijeron que iba a ganar lo que yo quisiera, en ese entonces, no había Internet y llevaba y traía entrega de paquetería de la publicidad que hacían compañías a Universal Estudios, Fox y otras compañías de cine y de televisión.”

man standing in a garden of pink flowers“Trabajé muchas horas aparte de mi horario regular. Para las ocho de la mañana que era el horario de entrada ya contaba con 190 dólares en mi bolsa. Fui más allá de un sueldo”, confiesa. 

Después de ese empleo, Ricardo empezó como chofer en la nursery “Garden Eva” y después de 3 meses un vendedor le dijo que se fuera a vender las plantas sin saber nada de ellas.

“Fue un reto grande para mí. Aprender otro oficio de conocer y vender las plantas”.

“El encargado me dijo: ‘Ser vendedor de plantas no es fácil, tienes que saber cuánto crecen, si florean, no florean, si es de sol o sombra y cuánta agua ocupan’.

“Me compré un libro que se llamaba Sunset Western. Ese libro fue mi Biblia. Aprendí bien como se escribía el nombre científico. Era un reto para mí. Mi ego me decía: ‘les voy a demostrar que éste ‘oaxaquita’-como me llamaban la gente que trabajaba ahí de Jalisco, Michoacán-, sí puede. 

Ricardo señal que no pocos de sus compañeros no lo querían porque él hacía cosas diferentes.

El dueño del lugar le advirtió que los demás trabajadores lo iban a correr porque trabajaba más que ellos. Los 7 días de la semana, 12 horas cada día, con un suelto semanal de $700 dls. 

“Hasta que me dijeron que g anaba mucho y que mejor me pagarían por sueldo”, agregó.

Una vez que aprendió a realizar sus propias ventas exigió comisión. Ya tenía sueldo y una comisión que empezó con un dos por ciento y llegó a cinco. 

La meta de Ricardo era vender 10 mil dls. de plantas a la semana para hacer quinientos de comisión y quinientos de su sueldo semanales, meta que estuvo a punto de lograr quedándose solo a 50 dólares de alcanzarla, cuando en ese tiempo lo normal que recibía un trabajador era un cheque de 300 dls.

La idea de ayudar a su familia siempre estuvo en su mente, poco a poco nació su idea de que eso era realmente lo que quería ser de niño: estar en contacto con las plantas y hacer lo que hace un ingeniero, no a través de la escuela, pero si en la práctica diaria en el campo.

“La primera dueña, Eva, me llevaban a sacar basura, hacer zanjas y hoyos y yo me decía: ‘no estudie para hacer eso y andar todo mugroso”.

Al poco tiempo Anica, hermana de Eva, adquirió el negocio y Ricardo puso su renuncia, pero la nueva dueña no la aceptó diciéndole si quería más dinero para que se quedara.

Ricardo no quería más dinero, su propósito era ser vendedor con comisión y lo consiguió. Eran malos tiempos y le propuso cambios en el vivero, a los cuales al principio se negó la dueña, pero luego aceptó que pusiera casi todas las plantas en especial y a mitad de precio para obtener recursos.

“Aprendí que todo es posible, si damos ese extra.”

-Ricardo Ortiz

Ahí conoció las áreas de lo que sería su mercado: San Diego, San Bernardino, Palm Spring y Ventura, el único lugar que le faltó fue Las Vegas, de ahí todas las áreas del Sur y Norte de California hizo contacto con otros viveros para hacer ventas, unos le compraron y otros no.

Eso le ayudó a aprender más de su mercado y le insistía a su patrona que quería ser su socio, a lo que ella se oponía porque seguía en malas condiciones el vivero. 

“Le decía: ‘mis comisiones, no me las pagues, compra tierra, compra botes… dame mi sueldo, con eso tengo’. 

Siempre he manejado el dinero de tal manera que no gasto todo lo que gano.

“De alguna forma se fue endeudando conmigo a tal punto que me debía 35 mil dólares de comisiones. En 2006 entraron a robar aquí y entonces dijo: ‘ayúdame a vender esto’. Me dijo que me daría hasta 50 mil dólares con la comisión”.  

Ricardo pensó en la comisión y empezó a buscar compradores. Encontró un par que nunca llegaron a la cita. Era una época lenta para los negocios, confiesa.

“Yo quería ver los 50 mil en mi bolsa. En enero 17 cae una helada y se muere más de la mitad de las plantas del vivero.  ¡Ahora sí cierro! Me dijo, porque cada día que estaba abierto le costaba más dinero. 

Ricardo le insistía que se la vendiera y la dueña le decía que cómo era posible si veía como estaba la situación. “Yo quería que fuera mío y le decía que hiciéramos pagos mensuales”. 

“Te consigo 20 mil más para que te sigas moviendo y déjame pagártela mensualmente, yo le decía, y ella que quería los 200 mil”.

“No importa, déjame pagártelo mensualmente”, le insistía Ricardo, quien después de dos semanas se reúne con su patrona para comer en el restaurante oaxaqueño Guelaguetza para hablar de la venta.

“Mi hijo tenía un año. Fue entonces que ella me dijo ‘¡sabes qué!… si hay alguien le voy a vender mi negocio es a ti ¡mi amigo! Yo sé que la vas a cuidar, y quiero que esto sea para tu familia, así que ya hice un plan. Me vas a pagar 4 mil 444 mensualmente por dos años y no te voy a cobrar intereses”. 

Literalmente se la puso en charola de plata. Con la voz entrecortada recordando ese gran momento que cambió su vida, Ricardo dijo: “prácticamente me la regaló. Logramos hacer el plan. Los trabajadores que estaban en ese entonces me apoyaron. Ellos me decían ¡éntrele! Fue en abril primero del 2007”. 

En ese momento había 10 trabajadores, dos ellos siguen con el trabajo. Rodolfo que es el mánager y Luis, el chofer.

Para Ricardo cada uno crea sus propias oportunidades, solo que algunos no pueden verlas…

“El crecimiento más grande dicen que es cuando hay crisis”, dice el Ricardo al recordar las palabras de su exjefa quien le dijo: ‘mira… esto es una desgracia. Esto es una crisis. No puedo empezar de nuevo… tengo 51 años. 

Yo le dije: ‘tengo 33. Yo sí quiero empezar ahora’. Ella veía una crisis. Yo, una oportunidad”.

Ricardo cambió el nombre del vivero a su nombre llamándolo Ricardo’s Nursery contando con más de un millón de plantas en 6 de 9.3 acres de terreno localizado en la ciudad de Long Beach, a un lado de los freeways 105 y 91.

Algunos de sus clientes son uno de los más importantes grupos de arquitectos Mármol y Granito, la ciudad de Long Beach, Los Ángeles, el Zoológico de San Diego, Disneyland, el Griffin Park, Landscaping (trabajadores de jardines) independientes y dueños de casas. Su facturación anual llega a los 2 millones de dls. 

Tienen plantas de todo tipo y tamaño, de Australia, México, Arizona, California, Nueva Zelanda, África y otros lados como Oaxaca.  

En su negocio se imparten talleres de plantación e injertos y sirve como escenario para diversos eventos, entre ellos, los de la comunidad oaxaqueña. 

 

Torneos de Baloncesto en Oaxacalifornia

Torneos de Baloncesto en Oaxacalifornia

Por Fabián Vital y Luis Gómez

La historia de César bravo, joven que ama el baloncesto y lo promueve en Oaxaca y en Oaxacalifornia.

César Bravo, mejor conocido como “Chiquilín” o “El chico mágico” entre sus amigos de baloncesto, nació en el Distrito Federal de México, pero sus raíces son de Oaxaca. La madre de César es del pueblo de Santa María Jaltianguis y su padre, del pueblo de San Pablo Macuiltianguis, los dos pueblos perteneciendo a la región Sierra Norte de Oaxaca.

“Nuestro mayor aspecto que nos une a los oaxaqueños son la música y el deporte,” cuenta César, “Los torneos regionales son noventa por ciento oaxaqueños. Cada pueblo representa su pueblo, es más orgullo, más que nada.”

César encontró su pasión por el baloncesto practicandocon el equipo local en Jaltianguis, donde vivió hasta que emigró a los Estados Unidos. Los padres de César emigraron antes que él, por lo tanto, César y sus hermanos se quedaron con su abuelita materna.

Después de un año y dos meses separado de sus papás, llegó a la ciudad de Arcadia a los seis años. Pero César enfrentó obstáculos en la escuela de su nuevo país que llegó a ser su casa.

Para César, lo más esencial en los Estados Unidos, essaber inglés. Y expresa que cuando estaba en primer grado, solamente se salía del salón de clases sin decir nada, porque no sabía cómo preguntar si podía ir al baño.

picture of basketball teamAunque tuvo muchos problemas con el idioma, César pudo relacionarse con otros niños jugando al baloncesto. Después de graduarse de la preparatoria, César era parte de un equipo juvenil oaxaqueño que le dio la oportunidad de traer su cultura al baloncesto.

“Yo era el único oaxaqueño en la zona que jugábamos,” mencionó César, “era un obstáculo y un orgullo, porque había gente que nos iba a ver nomás por ser oaxaqueños.”

Representando a la región del valle, César y su equipo clasificaron al juego de estrellas. Más de 40 aficionados en el juego, eran oaxaqueños que estaban apoyando a César. Aunque no suele haber muchos latinos en deportes americanos, y mucho menos en el baloncesto, César no dejó que la discriminación desvíe su meta de jugar en la preparatoria y otras ligas que no eran oaxaqueñas.

“Muchas veces, nosotros nos ponemos esa intimidación, que soy el único latino, el único oaxaqueño,” expresó Cesar, “Había gente de otras razas y yo era el único mexicano y el más chaparro siempre”.

César hizo caso omiso a la discriminación en la que podría verse envuelto, ignoró todos los comentarios y trató de mantener su fe en la humanidad. Él dice que trata de actuar como un verdadero profesional, especialmente cuando se enfrenta con dificultades.

Para Cesar, cuánto mide y de dónde es, no es obstáculo para ganar los torneos de baloncesto. Cuando vivía en Oaxaca, ganaron el tercer lugar de su torneo y ha mantenido una actitud positiva, a pesar de que muchos latinos han sido desanimados por múltiples razones cuando se trata de permanecer en los deportes, César siempre tuvo buenos recuerdos que lo ayudaban a superar los malos tiempos.

César tuvo que lidiar con mucho acoso de otras razas simplemente por ser oaxaqueño. A muchos latinos que enfrentan bullying, les resulta difícil seguir practicando deportes o realizar otras actividades con anglosajones. La experiencia de César también es realidad para muchos jóvenes latinos que se involucran en los deportes.

César quiere empezar una organización sin fines de lucro para poder dar recursos a las personas que no son privilegiadas. Aparte de eso, ha creado un ambiente muy familiar para su gente, organizando torneos con la liga de Oaxaca Basketball.

La liga se enfoca en representar al pueblo oaxaqueño, así como en darles una plataforma para que los jóvenes latinos trabajen y mejoren sus habilidades mientras que preservan su cultura. César dice que como noventa por ciento es gente Oaxaqueña, incluyendo árbitros, comentaristas y entrenadores.

“Apenas el pasado noviembre del 2017 hice mi primer torneo a nivel de Oaxaca, representativo,” cuenta Cesar, “Tuvimos nuestra final en el Staples Center, algo que nunca se había hecho, para inculcar el deporte en nuestra gente”.

En el 2017, la liga de Oaxaca Basketball tenía 20 a 25 equipos y tuvieron la final en el Staples Center. Eventos como estos son especiales porque los equipos representan diferentes pueblos y le da la gente el orgullo de ser parte de algo competitivo, pero también cultural y familiar

Radio Nepantla: Torneos de Baloncesto en Oaxacalifornia

Oaxaqueen: para Representar su Cultura

Oaxaqueen: para Representar su Cultura

Por Karen Esquivel y Coraima Hurtado

Feet of people wearing traditional Oaxaca dresses

Diana Gómez, una joven de 24 años de origen oaxaqueño que se opone a que otras gentes lucren con su cultura oaxaqueña y no beneficien a su comunidad. 

Oaxaqueen es algo que yo quería empezar desde hace mucho tiempo, desde que yo estaba en college. Yo quería empezar porque en el social media, en el Instagram, en el Twitter, nunca se veía una representación de oaxaqueñas. Nunca se miraba eso. El único tiempo que yo veía una representación de oaxaqueñas o zapotecas, o mujeres indígenas, eran en los festivales como La Guelaguetza. Era muy chica yo.

Tenía como entre los 14 a 16 años. Esa era la única vez que yo veía representación mía. Yo empecé Oaxaqueenen Octubre del 2017 no solo para vender ropa típica, sino más como una manera de representar mi cultura y mi ropa y la artesanía oaxaqueña, especialmente del pueblo de San Bartolo, en otra plataforma, de diferente manera,” explica Diana Gómez. 

El hecho de que Diana nunca había visto que su cultura oaxaqueña fuera representada correctamente fue una de las razones por la cual Diana decidió crear su línea de ropa y accesorios oaxaqueños y usar su plataforma para representar sus raíces. 

“Muchas veces se ven estas blusas o vestidos en modelos güeritas o gringas, y honestamente, Oaxaca no es así. Oaxaca está llena de mujeres grandes, prietas. 

Y yo creo que la ropa se merece ser representada por mujeres que se miran como las mujeres que lo usan. Y por eso empecé Oaxaqueen, porque para mí es muy importante que muchachas como yo o más jóvenes miren que sí hay representación, que nosotros sí existimos aquí en Los Ángeles o en los Estados Unidos, en general. Y yo creo que por eso empecé. Eso siempre ha sido muy importante para mí,” afirmó Diana Gómez. 

Muchos jóvenes que viven en los Estados Unidos, donde hay culturas diversas, se avergüenzan de sus orígenes debido al racismo que existe. 

“Yo he escuchado a oaxaqueños y paisanos míos decir: “Oh, yo no soy de Oaxaca, yo soy de Michoacán o de Jalisco”. Cosas así. Nunca quieren decir que realmente son indígenas o zapotecas, y yo creo que realmente tiene que ver mucho con el racismo y todo de lo que hemos luchado en contra,” dice Diana Gómez. 

Diana cree que, si ella impulsa su cultura oaxaqueña que ella promueve a través de lo que hace, otros jóvenes de origen oaxaqueño se van a sentir motivados a representar y sentirse orgullosos de su cultura oaxaqueña.

We face a lot of shame aquí en Los Ángeles y tenemos un poco de vergüenza de decir que somos oaxaqueños o somos indígenas y nos da vergüenza hablar nuestro lenguaje. Pero cuando ven que una joven como yo, que es de Los Ángeles, que es indígena, pues se sienten un poco orgullosos y de ahí quieren expresarse en público y usar sus  ropas típicas y hablar su lenguaje,” afirma Diana Gómez.  

El racismo que hay en los Estado Unidos, al igual que en México, es la razón por la que muchos padres no les enseñan a sus hijos nada sobre su cultura. 

“Yo no hablo el zapoteco muy bien, pero mi papá sí. Mi papá lo habla perfecto. Pero cuando él llegó a los Estados Unidos, él no me enseñó el zapoteco por el miedo de que yo no iba a aprender el inglés muy bien y él no quería que yo pasara por las injusticias que él pasó en Oaxaca y en los Estados Unidos por hablar zapoteco o por identificarse como un indígena o zapoteca, porque él pasó por muchas cosas feas en Oaxaca. Porque en Oaxaca también, igual, hay mucho racismo contra los  indígenas y contra los oaxaqueños y yo creo que todo eso lo cargamos nosotros como jóvenes,” narra Diana Gómez. 

Las revistas y las plataformas que se encuentran en las redes sociales por lo regular nunca ponen a una mujer de origen mexicano o ascendencia latina, y cuando lo hacen, esa mujer tiene la piel blanca o morena clara.

Oaxaqueenes todo lo contrario, en Oaxacaqueens Diana se esfuerza en darle a su cultura la representación que se merece. Pero también se esfuerza porque las mujeres de Oaxaca se sientan representadas y se sientan a gusto en la ropa y accesorios que usen. 

“Para mí es muy importante que muchachas como yo o más jóvenes miren que sí hay representación, que nosotros sí existimos aquí en Los Ángeles o en los Estados Unidos, en general.”

-Diana Gómez

“Desde que empecé he sido muy dichosa en que la gente se acerque a mí y me digan: ‘Oh, this is so awesome that you’re doing this, porque nunca hemos visto una oaxaqueña tratar de hacer esto o tratar de sacar a su gente adelante, o su cultura adelante. Siempre estamos esperando que alguien más lo haga por nosotros, pero al fin, tú lo estás haciendo, y muchas gracias por representarme a mí y a mi familia’, cuenta Diana Gómez. “Y yeah, realmente ese es el propósito detrás de Oaxaqueen. No solo para vender ropa o para exponer mis ideas, como en stickers o cosas así, es una forma de expresión y representación, como una mujer indígena, una mujer zapoteca, viviendo aquí en Los Ángeles.” 

Diana recomienda que compañías grandes o chicas primero investiguen sobre la cultura de la ropa que quieran vender, y que no se lucren de ella. Diana sugiere que compañías o boutiques pongan su granito de arena en estas comunidades de las cuales ganan dinero. 

“Instagram es un medio social que se usa bastante, especialmente para vendedores y boutiques que son muy pequeños, que apenas están empezando. Y mucha gente siempre me manda screenshots de estas boutiques que realmente se están robando las artesanías y la ropa de gente indígena, y realmente me da un coraje porque no es de ellos para representar,” narra Diana Gómez. “Muchos usan la excusa de que: ‘Oh, yo estoy comprando en Oaxaca, estoy comprando en México, estoy ayudando ese business y yo lo estoy vendiendo aquí, y lo único que quiero hacer es representarlo o appreciate it,’ pero no es su lugar, ese no es su lugar. Si no es tuyo, no es tu lugar de representarlo.” 

Diana intenta ser la voz de su gente, ya que estos se han visto victimas de la discriminacion al ver que muchas boutiques no contratan a la gente de piel morena o negra. Por eso Diana usa su plataforma para luchar contra esta triste realidad. 

“Esto empezó con Twitter. Hace muchos años, encontré un Tumblr post que hablaba de cierto boutique, los co-owners de esta boutique dijeron un comentario sobre las oaxaqueñas. Me molestó mucho, pero cuando lo encontré, inicialmente fue hace muchos años, y nunca dije nada sobre eso y me lo guardé, pero otra vez it resurfaced,” explica Diana Gómez. “Un comentario que se escuchaba un poco racista hacia los oaxaqueños y cuando lo puse en mi Twitter realmente nada más me estaba expresando yo misma que hay muchas boutiques que lo único que hacen es robarse la cultura, y venderla, nada más. Y mucha gente lo vio y they agreed with me que esta boutique se estaba robando ciertas culturas y no estaba haciendo nada para la comunidad. Y empezaron a hacer repost, en el Instagram, en el Twitter.” 

Diana nunca tuvo miedo de enfrentarse a estas personas, a pesar del poder que poseían por ser grandes boutiques y tener muchos seguidores. Debido a su coraje, la gente ya no se está quedando callada. 

“Fui a mi Instagram y empecé a poner videos de mí, platicando sobre lo constantemente que suele pasar, aunque lo escuchemos o que sea público, siempre pasa. Mucha gente habla muy mal de los oaxaqueños y nadie nos defiende, y ya basta con eso. Porque por muchos, muchos años nos hemos dejado que mucha gente nos hable como quieran y que nos digan ciertos comentarios feos, y yo junto con muchos, muchos, muchos más nos hemos cansado de todos esos comentarios y de ser despreciados y pushed aside por ciertas personas,” explica Diana Gómez. “Y yo sentí mucho apoyo … yo me estoy defendiendo y estoy defendiendo a mi gente. Yo creo que nadie ha hecho eso, especialmente una persona joven y tan pública, y yo creo que por eso recibí tanto apoyo con toda esta situación.” 

Diana recomienda que los jóvenes no se avergüencen de ser de ascendencia latina y que se sientan orgullosos de ellos mismos. Ella dice que es muy muy importante aprender y conocer de dónde vienes y de dónde son tus raíces.

“Yo creo que nunca voy a dejar de aprender de mi cultura, pero desde que yo era chiquita, mis papás me decían, me platicaban de mi cultura. Realmente siempre me decían: ‘Tienes que estar orgullosa de dónde eres, tienes que saber de dónde eres, quién eres, de nuestro lenguaje. Porque no importa a donde vayas, puedes ir a Inglaterra, o puedes ir a China, nunca, nunca va cambiar quién eres. Siempre vas a ser oaxaqueña, siempre vas a ser zapoteca, siempre vas a tener ese lenguaje contigo,’” dice Diana Gómez. 

El futuro que Diana desea para Oaxaqueenes es que sea algo más que una línea de ropa. Su visión es que Oaxaqueen sea un espacio donde su gente oaxaqueña se sienta segura sin importar su identidad sexual o cualquier otro aspecto que forme su identidad. Un espacio donde se sientan seguros y libres de poder expresarse.

Radio Nepantla: Oaxaqueen

From Oaxaca to California

From Oaxaca to California

By Paul Amico

Picture of a road surrounded by a few green trees and a mountain in the background

When Gabriel and Esperanza Flores left their home in Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca, Mexico, to come to sunny Southern California in June of 1985, they had many goals and aspirations in mind.

The decision to leave, while difficult, was made in order to give their future family more opportunities. During this time, Mexico was in the midst of an economic crisis, resulting in the family making the decision to leave behind friends and family. The family settled in Riverside, California before eventually moving to Nuevo, a small town in Riverside County.

“To us, there was no other option but to coming to the United States,” Gabriel Flores said. “We knew we were going to have a family, so we wanted the best for our future children, and we felt like that was in California.”

The pair were two of approximately 1.1 million who naturalized in the United States from Mexico between 1980-1989, according to migrationpolicy.org.

According to California State University, Northridge Chicano/a Studies Professor Xóchitl Flores-Marcial (no relation to the family), who was born in Tlacolula de Matamoros, Oaxaca, the fall of the Mexican peso in the 1980s resulted in a huge economic crisis that led to a flood of people coming across the border.

A second reason for the large migration, according to professor Flores-Marcial, was the civil wars that erupted in Central America in the 1980s.

“Many people came [to the U.S.] during that time of the crisis, partially because of the civil war happening in Central America, which had an influence on the Mexican economy, politics, and people’s migration,” professor Flores-Marcial said.

Three decades later, Gabriel and Esperanza Flores’s sacrifice to come to California paid off. The family has raised five children in Riverside County, all of whom have grown up to become successful adults.

The oldest, Freddy (29), was the first in the family to graduate from college, earning his bachelor’s degree in criminal justice from California State University, San Bernardino. Eduardo (26, bachelor’s in business) and Berenice (24, bachelor’s and master’s in Business and Human Resources) soon followed, while Jennifer (21, Health Administration) currently attends Cal State Northridge and Gabriel Jr. (19) attends Riverside Community College.

The ability to attend college and earn a degree has allowed the siblings to achieve success in the workplace. For Jennifer, the only one of her siblings to move away from home to attend college, her education has opened up a wealth of jobs, internships,
and mentors.

“My family’s culture is something I hold very close to my heart.”

-Berenice

 

“The amount of opportunities I’ve been given since I came to college have been endless,” Jennifer said. “I have an internship at Kaiser Permanente Medical Center and at the Simi Valley hospital. I also conduct research at my university on hospice care in the Latino/a community. It makes me appreciate even more the sacrifice my parents made to give my siblings and I
this life.”

As far as her other siblings, Freddy works for the state of California as a State Parks and Recreation Ranger. Eduardo is the Human Resource director of a local dairy farm in Riverside county and is in the process of joining the United States Marines. Berenice works at the San Bernardino Police department as a Personnel & Training Technician and Gabriel, a college freshman, is completing his general education courses.

With success also comes acknowledgment and appreciation for the sacrifices Esperanza and Gabriel took to come to California. This recognition serves as key motivation for all of the Flores children as they work towards advancing their careers.

“Knowing what drove my parents to leave everything they knew behind to immigrate to the U.S. in order to foster a better living is what keeps me going every day,” Berenice said. “They left everything behind to come to a new country, not knowing about the food, language, and culture but knowing they would be able to live a better life than what they had.”

Although the family has spent more than 30 years living in California, their Oaxacan roots can be seen in the colorful tunics worn by the females of the family — known as “huipils” — to the Oaxacan-style mole sauce and cheese that accompanies most meals.

“Even though we are U.S. citizens, I think it’s still important to bring a piece of Oaxaca in our house,” Esperanza said. “That way, my kids can hopefully continue cooking the same recipes and holding the same traditions when they are older.”

The first time I traveled to Nuevo with my girlfriend Jennifer to visit her family, I immediately saw how different it was from the massive Los Angeles area I was used to. Cows and horses casually walked alongside cars, miles of empty land occupied most of the town, and there was only one place to buy groceries in town at a small Liquor store. Although I’ve never visited Oaxaca, I like to imagine that parts of the state
share similar characteristics to my girlfriend’s hometown.

A picture of a man and his family at his graduationTo members of the Flores family, maintaining the culture brought over from Oaxaca is a source of pride that reminds them of where they came from. They plan trips to go back to visit family at least once a year, sometimes several times so that Esperanza and Gabriel can care for
their parents.

“I am proud of my Oaxacan roots and to know that traditions my parents and grandparents grew up with are still alive today,” Berenice said. “My family and cultural history is something I hold very close to my heart and I know I will keep traditions and stories alive to share with my children someday.”

Although I have never visited Oaxaca, I get a sense of the rich culture every time I spend a weekend with the family. It also gives me a chance to appreciate the difference of their culture compared to my family’s culture. The Flores’ house can easily reach 50 or 60 people at family parties, whereas, at my house, we rarely have more than 10.

To Eduardo, there are a number of qualities that make Oaxacans special.

“From my observations, Oaxacans enjoy celebrating festivities large or small, they love listening to live music and dancing and they appreciate being in the company of others,” he said.

Professor Flores-Marcial believes that’s only some of the ways Oaxacans connect to the motherland.

“There are strong ties to the communities we come from and many of these Oaxacan communities have organizations here in the U.S. that further build community, empower younger generations, and allow older generations to teach languages, culture, and history to the youth,” Flores-Marcial said.

As the Flores family takes further steps toward success, it’s clear that Oaxaca will always have a special place in their hearts.

“I am so proud of my children and what they have accomplished since they started college,” Esperanza said. “To me, seeing them succeed makes me realize that my husband and I have succeeded as well.” 

Oaxaqueño Rapea en Mixteco, Español e Inglés

Oaxaqueño Rapea en Mixteco, Español e Inglés

Por Christina Rodríguez Barragán y Sandy Chávez

Black and white photo of a man that says

Rapero oaxaqueño usa mixteco, español e inglés para crear
identidad y concienciaa

Miguel Villegas Ventura, también conocido como Una Isu, es un músico de Oaxaca que emigró a Fresno con su madre y hermanos a los siete años. Su nombre musical es Una Isu, un nombre de lengua mixteca. Él es un rapero, escribe su propia música y produce su propio sonido en tres lenguajes: inglés, español y mixteco. Hablaremos de su experiencia oaxaqueña en los Estados Unidos, su música, racismo, identidad y sueños. 

Miguel nació en la pequeña ciudad de San Miguel Cueva, Oaxaca, en México. A los siete años, su mamá le dio la noticia que cambiaría su vida para siempre. Él y su familia se iban a ir de México definitivamente. El plan era de vivir en otro país: los Estados Unidos. Esta era la única opción para poder mantener a todos los hijos, dijo su mamá. En México, no había trabajo ni futuro económico para poder mantenerlos. 

“La razón por la cual migramos es muy similar. Como la mayoría [en] nuestras comunidades no hay trabajo para sostener a la familia y muchos paisanos se estaban viniendo para acá desde la época de migración de los ochenta,” relata Ventura.

Al llegar aquí, todo era distinto para él ya que no hablaba ni español, ni inglés, los dos idiomas más hablados en los Estados Unidos. Para él, fue muy duro llegar a un país donde no hablaban su lenguaje. En poco tiempo de estar aquí, se dio cuenta que aquí, como en México, hay maltrato hacia la gente indígena. 

man holding up a peace sign

“No es muy respetado, incluso en México. Desde allá ya viene eso. Es por nuestra forma de vernos; claro, se burlan porque hablamos una lengua indígena o porque no hablamos bien el español. Es lo típico, lo que siempre pasa,” dice Ventura.

Creciendo aquí, la escuela no fue fácil para él. Sentía mucha confusión porque nadie le enseñaba de su cultura. Le hacían mucha burla en clase y llegó a sufrir una crisis de identidad.

“El problema era la escuela [porque] no había un espacio para hablar tu lengua, no había espacio donde pudieras aprender más de tu cultura históricamente. Esa fue la parte difícil, que nos identifiquemos como pueblo indígena, porque la mayoría [se identifica] simplemente mexicano. Mariachi y banda. Pero no hablamos mucho de nuestra cultura históricamente. De cómo vivíamos, de nuestras pirámides, de nuestras plantas, nada de eso, no,” explica Ventura.

Lo único que lo salvó de perderse a sí mismo fue el amor a la música. En la escuela, sus únicos amigos eran pandilleros. Fue allí donde conoció la música rap por primera vez y se enamoró. Al fin, encontró con qué identificarse.

“Cuando yo era pequeño, escuchaba mucho rap y también porque la cultura chicana de los barrios escucha mucho rap, lo que le llaman chicano rap. Habla mucho de la vida de los pandilleros que viven en Los Ángeles, en San Diego. A mí me gustaba mucho porque es algo que me podía identificar un poco por la razón que crecí también con eso, con personas que vivían esa vida. Yo desde los 12 años empecé a imitar a los raperos, a rapear sus letras,” dice Ventura.

Después de cinco años, Una Isu finalmente terminó su primer disco. Es un disco tipo demo. Fue difícil porque tenía que mantener su trabajo para pagar sus cuentas. Pero su sueño nunca fue olvidado. Una Isu está muy orgulloso de poder rapear en inglés, español y mixteco. Él dice que el lenguaje más fácil es obviamente el rap en español, pero su rap favorito es cuando habla su idioma indígena, de mixteco. Explica que no es fácil el mixteco ya que tiene que buscar palabras para rimar y  explica que hay palabras en español que no existen en mixteco, como carro. 

“Mixteco es la que me gusta más, pero es la más difícil. Porque la manera de escribir y pensar en mixteco es otro mundo, es otra manera de ver las cosas. Es un reto no mezclar español con mixteco, porque a veces mezclamos, por la razón de que existen cosas que no se pueden decir en mixteco, porque no existían en nuestro mundo. Por ejemplo, carro, no tenemos una palabra para carro exactamente, pero sí podemos describirlo. Mixteco es lo que a mí me gusta, pero español es más fácil para mí por ahora,” explica Ventura. 

Picture of man turned aroundUna Isu es su propio equipo. Gracias a Internet ha podido promover su música usando SoundCloud, YouTube, Facebook e Instagram para promoverse. Él trabaja independientemente y no tiene contratos con ninguna compañía de música.

“Yo lo hago en una lengua indígena, en una lengua originaria. Gracias a YouTube y gracias a las entrevistas que me hacen, mucha gente se entera de mi trabajo y me invitan a universidades, me invitan a espacios culturales, me invitan a encuentros de rap en lenguas indígenas, me invitan a pláticas con jóvenes. No es muy difícil ahora para mí, porque siempre hay eventos que me invitan. Soy muy afortunado de conocer a gente que me invita siempre cada año,” dice Ventura. 

Gracias a su comunidad de Fresno ha conocido a más gente oaxaqueña, ya que Fresno es una parte agrícola de California donde hay muchos inmigrantes que llegan en busca de trabajo. En su música, él habla sobre todo lo que vivió y sufrió cuando llegó a los Estados Unidos. Su música trata mucho de un clima político, de racismo, inmigración.Sus padres están muy orgullosos de que él sea un rapero trilingüe.  

Una de sus metas es motivar a chicos a sentirse orgullosos de sus raíces. El sintió que había perdido su identidad y cuando se enamoró del rap, él buscaba un rapero que se mirara como él y decidió convertirse en aquella persona que tanto necesitaba. 

La mayoría de sus fans son de los Estados Unidos, Chile, México y Perú. Gracias a una entrevista que tuvo con Univisión, Una Isu ha podido exponer su música a más gente.  

“Venimos de una comunidad donde la mayoría, nos han desplazado, nos han prohibido nuestra lengua y también nos han negado nuestra historia verdadera.”

-Miguel Villegas Ventura (Una Isu) 

“Lo que yo siempre quise de pequeño era ver artistas que se mirarán como yo, que hablaran como yo, que vinieran de donde yo venía y pudieran ser un ejemplo a seguir, de que es posible hacer todo lo que quieras. Ya sea estudiar o ya sea un talento que tengas o alguna meta, pero sin dejar de ser tú mismo y sin dejar de hablar tu lengua y sin dejar de saber de tu pueblo, de dónde eres,” explica Ventura.“Entonces, la identidad es algo muy importante para lo que quieras hacer porque si no sabes quién eres, creo que puedes perderte en el camino porque puede que tu autoestima esté muy baja, por sufrir estos rechazos.” 

man with his arms crossed looking at the camera intently and has a snapback onPara Una Isu, es muy importante rapear en mixteco porque quizás jóvenes que lo escuchen a él van a ser motivados para también practicar sus lenguas. 

“Mi disco que estoy preparando se llama “La Reconquista”. Es una metáfora, para mí de reconectar con nuestros ancestros, de reconectar con nuestros conocimientos que sabemos que tenemos, pero no le hemos dado esa importancia. No porque no queramos, sino porque vivimos en una sociedad donde hay otras enseñanzas. Entonces, yo toco el clima político de migración, yo toco la importancia de seguir practicando y de saber el conocimiento de nuestros pueblos que no se pierda y también hablo un poco de la colonización,” explica Ventura. 

“Es la raíz de los problemas que tenemos de identidad. Tenemos que saber nuestra historia para poder saber por qué es muy importante no perderla. Venimos de una comunidad donde la mayoría, nos han desplazado,nos han prohibido nuestra lengua y también nos han negado nuestra historia verdadera.”

Una Isu sigue trabajando y estudiando. Como activista quiere motivar a jóvenes, no solamente a sentirse orgullosos de sus raíces, sino también de aprovechar las oportunidades que hay en este país. Aunque hay discriminación, los jóvenes deben de luchar para tener una vida sana y triunfadora.

En su gran sueño, él desea dos cosas. Primero, que pueda trabajar en la música a tiempo completo y tener talleres para jóvenes.

“Mi gran sueño son dos cosas. Dejar de que sea solo un hobby la música y que sea algo de tiempo completo. Dar giras, llevar el mensaje a otros países, dar talleres con la música, dar pláticas, visitar todos los lugares posibles donde sé que mi música puede impactar,” dice Ventura. La segunda cosa es seguir en el activismo. Entonces, me interesa mucho trabajar con jóvenes y quizás eso pueda ser una herramienta para conectarme con personas que quizás no hayan tenido este tipo de espacio de platicar o aprender a hacer arte. Esa sería unas de las metas que sí quiero lograr.”

Radio Nepantla: Rap Trilingüe

Federico Jiménez hace historia en México y Estados Unidos

Federico Jiménez hace historia en México y Estados Unidos

Por Alicia Alarcón

Hablar de Federico Jiménez es hablar de uno los impulsores, defensores y promotores de las culturas indígenas mexicanas más importantes de México y Estados Unidos.

Nacido en Oaxaca, de origen mixteco, fue el mayor de 7 hermanos, su infancia transcurrió entre la poca tolerancia de su padre a sus travesuras y a la responsabilidad que le daba su madre de trabajar en los más duros oficios para proveer de alimento a la familia.

A pesar de los infortunios de su niñez, Federico disfrutaba los largos recorridos que hacía junto con su madre a los pueblos cercanos para vender las prendas que ella bordaba y los vegetales que él podía cargar en su burro, producto de su trabajo en las parcelas cercanas.

Luego vino el accidente que cambió su vida para siempre. Fue una Navidad en la que asistió a una posada en una de las casas ricas de su pueblo, Tututepec; en la fiesta a todos los niños mestizos se les repartió una luz de bengala menos a él. Maravillado por aquellas luces que a sus ojos se convertían en estrellas, quiso apoderarse de una que cayó sobre la paja que rodeaba el nacimiento del Niño Dios. El incendio fue inmediato acabó con la casa de la anfitriona y las demás que seguían en la cuadra. Los presentes señalaron al único niño indígena que estuvo presente como culpable.

Ante las continuas amenazas contra su vida, los padres de Federico lo enviaron a Oaxaca con más equipaje que un cartón donde acomodaron la poca ropa que tenía. ¨Mi padre consiguió a través de un maestro que me aceptaran en una escuela que construyó el gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas para los hijos de militares y los huérfanos. Todavía recuerdo que en medio de un abrazo que yo interpreté al principio como un acto de arrepentimiento por la dura disciplina a la que me sometió, me dijo: ¨No debes regresar.¨ Eso fue lo más doloroso para mí, recuerda con tristeza el ahora famoso diseñador.

En Oaxaca sufrió la discriminación de maestros y el rechazo de sus compañeros mestizos que consideraban inferiores a los de su estirpe. Eso no impidió para que Federico avanzara hasta la Universidad donde se graduó en contabilidad.

A la edad de 27 años conoce en una tertulia a Ellen Belber, estudiante de antropología que estaba de visita en Oaxaca. ¨Un compañero de la universidad me invitó y cuando le dije que no tenía que ponerme, me prestó un saco que apenas me quedaba. Cuando vi bajar por las escaleras a esa mujer hermosa rubia, de ojos azules, más alta que yo, nunca imaginé que se iba a fijar en mí, un pobre estudiante indígena. Yo creo que para los dos fue amor a primera vista.¨ Asegura el entrevistado.

¨Yo creo que Ellen vio en mi talentos que yo no sabía que tenía, porque lo primero que hizo fue enviarme a una escuela de diseño donde aprendí a dibujar y trabajar con distintos materiales para hacer joyería.¨ Agrega Federico.

Con la ayuda de su esposa y amigos¨ Federico importó de Taxco Guerrero plata y todos los materiales que necesitaba para hacer nuevos diseños de joyería mexicana a la que le agregó símbolos de su cultura mixteca. El éxito fue inmediato, sus joyas fueron motivo de noticia al ser adquiridos por figuras de Hollywood.

En 1982 funda la Galería ¨Federico¨ en Santa Mónica California donde se dedicó durante 17 años a promocionar el arte mexicano y prehispánico. Admirador y apoyador de los grandes Maestros plateros de México, organizó en su lugar, con gran éxito exhibiciones de pintores, escultores y de grandes maestros plateros entre la que destaca la del maestro Antonio Pineda.

En 1991, Federico hace historia en Estados Unidos al convertirse en el primer indígena mexicano elegido para formar parte de la Junta de Directores de los renombrados museos: South West Museum, Autry Museum of Western Heritage, (Ahora el National Center of the American West) y del Millicent Rogers Museum, Taos, Nuevo México.

En el 2008 Federico y su esposa Ellen Belber hacen un regalo a la población de Oaxaca, un museo que lleva el apellido de su esposa que muestra al mundo la grandeza de las culturas indígenas. ¨Mi objetivo es que cada niño indígena que visite el museo se sienta orgulloso de sus raíces y que vea que también él puede triunfar a pesar del racismo y clasismo que todavía existe en nuestro país.¨ Concluye el también filántropo.