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Muxe Oaxaqueña es Aceptada por su Familia

Muxe Oaxaqueña es Aceptada por su Familia

Por Celeste Vaca y Jenny Durán

Maritza Sánchez, joven muxe que luchó por ser aceptada por su familia y por la comunidad.

La palabra muxe, viene de la palabra mujer en zapoteco. En la cultura zapoteca, muxe es alguien que es asignado el género masculino al nacer, pero que se viste y se comporta de manera femenina.

Hugo Sánchez en la comunidad de Santa Ana del Valle, en el distrito de Tlacolula de Matamoros, en el estado de Oaxaca. Maritza cuenta que de la edad de ocho a nueve años se dio cuenta que era “diferente”.

“Sí era, nací biológicamente varón, pero yo sentía algo en mi cuerpo y mi persona, en mi pensamiento, que no era un hombre”, Maritza comienza que desde temprana edad le atraían los niños, “Jugaba con las niñas, pero era como la mamá, o ‘yo soy la mamá, y ustedes busquen al papá’, porque yo no quiero [ser] su papá”.

El padre de Maritza falleció cuando ella tenía tan sólo seis años. Así que ella nunca tuvo tiempo de estar con él y su madre se fue a otra comunidad. Para Maritza, nunca sintió que su madre la abandonara, aunque muchas personas le decían lo contrario. Como muchos otros muxes, Maritza también se quedaba en casa a hacer las tareas del hogar.

“Mis tíos como que decían, ‘Ay, mira, es como mujercita’, de hacer como burla”, Maritza dice que no le gustaba como se referían a ella, me decían una palabra que a mí en lo personal no me gustaba, que era la palabra “birash”, es cómo —en zapoteco— es como inútil, como frágil, como indefenso, como una persona dócil, una persona que es más femenina que hombre”.

Después de haber vivido su niñez y su adolescencia en Santa Ana de los valles, Maritza decidió tomar la oportunidad de irse a Tijuana a trabajar vendiendo artesanías. En Tijuana, Maritza trabajó por 6 meses, pero trabajaba sin tener un pago justo. Algunas veces, solo recibía cosas como tenis, ropa o comida como pago. Después de vivir la explotación en carne propia, Maritza decidió escaparse a los Estados Unidos.

En 1989, Maritza llegó a Torrance, California y luego a Los Ángeles. Maritza cuenta que nunca había salido de su pueblito y quedo encantada con los edificios enormes de la ciudad. Entre una salida de amigos, fueron a un bar gay y por primera vez Maritza disfruto un espectáculo travesti. Sin embargo, al principio no entendía de los muchachos vestidos de artistas como Laura León, de Lupita D’Alessio y de Paquita la del Barrio hasta que cantaban con sus voces “roncas”.

La primera vez que se vistió de mujer fue a la edad de los 21 años. Fue tanta su emoción que no se quería quitar el maquillaje, la ropa, ni la peluca. En ese momento fue cuando Hugo murió y Maritza nació. Maritza, inspirado en una concursante de Miss Venezuela. Maritza se animó en concursar en un desfile de belleza ganando en
cuarto lugar.

“Era como un muchacho se miraba bonitilla, pero era más como una cosa que no tenía preparación: cómo caminar, cómo hablar, cómo mirar, cómo moverte”, ahora Maritza se siente más que preparada, “ahí empecé el ambiente del travesti, empecé a vestirme de mujer y me miraba que era lo que me gustaba a mí, porque era cuando me sentía bien, era donde me sentía cómoda”.

Después de haber vivido 5 años en losEstados Unidos, Maritza decidió regresar a México y enfrentar a su familia ahora que ya que vivía su vida como una mujer

“Cuando dicen de Oaxaca es como un pueblo, que no hay nada,” Maritza dice que algunas personas piensan que Oaxaca solo es un pueblo, “que la gente todavía vive en sus chocitas o no hay civilización, Muchas veces, mucha gente ignorante piensa eso”.

En Teotitlán, Maritza conoció a un amigo que la llevo a un bar gay en Oaxaca. Maritza quedo muy sorprendida al saber que su pueblo había lugares como estes. Pero luego de estar 6 meses en Oaxaca, Maritza decidió regresarse a Los Ángeles, específicamente a Huntington Park con su hermana.

Vestirme como mujer era lo que me hacía sentir bien.

-Maritza Sánchez

¿Cuál fue la reacción de su mamá cuando lo vio?

“Cuando me miró la primera vez que me volvió a ver, después de casi doce, trece años, pues la primera impresión que le dio pues era llorar”, Maritza comenta que fue un reencuentro muy emocional ya que su madre lloró mucho porque ella se siente como culpable de haberlos dejado. Sin embargo, Maritza entendía por qué su madre los tuvo que abandonar cuando eran pequeños.

Aunque fue muy difícil para la familia de Maritza comprender de los cambios que se había cometido, la entendieron. Ya que, siendo el único hermano mayor, era considerado como el “Papá” pero en las navidades le daban cosas de mujer como vestidos y maquillajes y fue donde se dio cuenta que la estaban aceptando poco a poco.

Por primera vez en Los Ángeles, Maritza junto a una amiga fueron a una fiesta con trajes típicos de Oaxaca. Maritza comentan que eran la sensación de la fiesta.

“Nos invitaron a la primera vela muxe”, fue donde escucho la palabra muxe por primera vez, “porque no estaba empapado con la comunidad oaxaqueña, especialmente con la comunidad del istmo, de Tehuantepec, donde se usa la palabra muxe, en lugar de birash”.

Para el año siguiente Maritza fue invitada para participar como la reina de la vela muxe. Con el apoyo de su novio, hermanos, hermanas y tías, los sueños de Maritza de 10 años, cuando se subía a los árboles de su pueblo e imaginaba que era la reina, se hizo realidad cuando fue coronada por el consulado de México.

“Me coronaron, me aceptaron muy bien toda la gente y los medio, fue como mis quince años”.

Maritza anima a la comunidad Muxe de Oaxaca, México o de cualquier parte, que sean auténticos y no escondan su verdadero ser. También que apoyen a sus familiares, amigos y la comunidad entera para que vivan su verdad.

Radio Nepantla: Muxe Oaxaqueña es Aceptada por su Familia   

Visionario de los Negocios

Visionario de los Negocios

Por Nora Estrada

Man in front of bread in a storeYa se ganó el respeto como empresario, pero Don Arturo Aguilar no se duerme en sus laureles y continúa haciendo planes para hacer crecer sus negocios de panadería, restaurante y mercado oaxaqueño.

Hace 23 años, Aguilar inició con “El ValleOaxaqueño” sin mucha experiencia en los negocios, pero poco a poco aprendió todo lo que se necesita para crecer sin perder el tradicional sabor del pan oaxaqueño.     

Tras ganarse a pulso la preferencia de los angelinos, el oaxaqueño abrió el restaurante en el mismo lugar, luego agregó abarrotes y las artesanías, todo en el mismo lugar, por lo que tuvo que ampliar el local de la panadería.

“Es como un mercado”, expresó orgulloso.

Aguilar contó que a los 27 años llegó a Los Ángeles con el único objetivo de liberarse de adicciones y de un mal de amores de ese entonces.

Ahora, 33 años después, es un próspero y sobrio empresario que goza del amor de su esposa Sofía y sus hijos Erika, Vanessa, Melissa, Clarisa, Ivonne y Arturo.

Dice que enfrentó muchos desafíos, pero considera que todo vale la pena al ver la satisfacción de los clientes.

“Nada es fácil, pero tampoco hay imposibles.”

-Don Arturo Aguilar 

“Nada es fácil, pero tampoco hay imposibles”, expresó Aguilar, quien heredó el talento de panadero de sus padres.

Además de enfrentar una gran ciudad, diversidad, Don Aguilar se encontró con la envidia y celos de varios compañeros de trabajo que le ponían trabas.

“Pero me hicieron un bien. Gracias a esas malas acciones, me independicé con la ayuda de mi tío Martín”, comenta. “Mi tío siempre fue un ejemplo de superación, de trabajo, y eso fue muy importante para mí”.Actualmente el empresario planea ampliar el local para agrandar el restaurante que cada día recibe más comensales.

Man smiling in front of a rack of freshly baked bread

“Ya el espacio nos queda chico, por eso vamos a ampliar el local para darle más espacio al restaurante. Estamos en expansión, aunque también quiero enfocarme en recuperar al cien por ciento mi salud”, contó el empresario que en la pasada temporada de Rosca de Reyes logró vender miles de roscas de Reyes.

Aguilar también ha incursionado en la radio local de Los Ángeles, en donde se desempeñó literalmente como pez en el agua en la conducción, además es un gran promotor de la cultura oaxaqueña y gran líder de la comunidad que está siempre dispuesto ayudarla, por eso se ha ganado su cariño y respeto. 

Ricardo: Vivero Oaxaqueño

Ricardo: Vivero Oaxaqueño

Especial de Impulso

Man standing next to tall plantsFacturando más de un millón de dólares de ventas anuales para grandes empresas, entre ellas Disneylandia, el Zoológico de San Diego y ciudades como Los Ángeles y Long Beach, Ricardo’s Nursery es un ejemplo del gran esfuerzo que hacen los oaxaqueños migrantes que tienen grandes sueños de superación tras llegar a este país con nada más que su tenacidad y trabajo.

Ricardo V. Ortiz García es originario de San Mateo Piñas, Pochutla, Oaxaca, de padres cafeticultores, los cuales tenían el sueño de hacer su rancho orgánico, meta que lograron a través de los años, al lograr su certificación.

“Yo crecí dentro de las plantas de café”, dice literalmente el inmigrante oaxaqueño, quien vio en un ingeniero que iba a darles pláticas e ideas de producción de café de manera orgánica, una inspiración.”

“Para mí era como un Dios porque tenía mucho conocimiento. Yo quería ser como él, hacer crecer plantas y hacerlo de una forma natural. Lo más orgánica que se pudiera. Le dije a mi papá que yo también quería ser ingeniero agrónomo y estudiar en (la Universidad) Chapingo, nada más que la condición era que si yo quería estudiar tenía que ayudarlo a trabajar en el rancho.”

“Cuando terminé la secundaria me fui un año al rancho, pero durante ese tiempo no había un libro que agarrar porque trabajaba de manera indiscriminada desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la noche, con lámpara. No hubo tiempo para estudiar, y cuando regresé a Oaxaca no pasé el examen de admisión porque pedían más de 8 (de promedio), y yo solo saqué 8.  A partir de ahí ya no quise estudiar y me dediqué a trabajar”. “Eventualmente un hermano que tenía ya en Estados Unidos me dijo: ‘vente si quieres ayudar a papá’”.

Para entonces el café ya no era redituable. Habían pasado 3 desgracias naturales: cayó granizo que quemó el café y a los dos años siguientes no llovió.   

El padre de Ricardo tuvo que pedir créditos al Instituto del Café y luego créditos privados que aumentaron excesivamente su deuda.

“Era una deuda muy grande, en aquel momento, un hermano que estaba aquí se hizo cargo de esa deuda y me dijo, ‘ven ayúdame para pagarla pronto”.

El sueño de ser ingeniero se quedó enterrado completamente con la migración de Ricardo, quien en ese entones tenía 20 años. 

Al llegar a Estados Unidos, Ricardo se da cuenta que tenía que hablar inglés y para ello contribuyó una amiga quien lo llevó a la escuela, después ella se desapareció y él siguió en la escuela estudiando inglés de noche y de día trabajando en una tienda de un Swap Meet.

Aprendí que todo es posible, si damos ese extra. Llegaba a las 7:30 am a la escuela. Muchos me decían: ‘¿A qué vas? si ya van a media mitad de clases’. Lo único que tenía en mente era aprender por día 5 palabras, a la semana 20 y al mes 80”. Con esa idea Ricardo siguió en la escuela aprendiendo inglés.

Aún recuerda que un 31 de diciembre cerraron la tienda donde trabajaba en el Swap Meet y se quedó sin trabajo. Compró un diccionario de inglés y empezó a aprender el idioma solo, lo que le ayudó a que fuera uno de los más avanzados de su clase.

Después de quedase sin empleo, Ricardo encontró un trabajo limpiando, en la noche, un restaurante americano a través de una compañía que prácticamente lo explotaba. Le pagaban solo 33 dólares por toda la noche haciendo lo de dos trabajadores. 

El jefe del restaurante que limpiaba se dio cuenta de la injusticia, y al ver que hablaba inglés lo contrató como empleado con un sueldo de 70 dólares por día, dinero que doblaba el anterior.

“Me di cuenta de que había más oportunidades, si seguía estudiando, así que tomé cursos de superación y más clases de inglés”. 

Al poco tiempo dejó ese empleo y se dedicó a la venta de vitaminas. Ahí conoció a mucha gente y empezó a viajar a diferentes lugares.

“Aprendí que si me movía habría más oportunidades, que si solo me quedaba con mi trabajito y en la casa viendo fútbol.”

“Fui muy inquieto, dejé ese trabajo y agarré otro más de chofer, porque me dijeron que iba a ganar lo que yo quisiera, en ese entonces, no había Internet y llevaba y traía entrega de paquetería de la publicidad que hacían compañías a Universal Estudios, Fox y otras compañías de cine y de televisión.”

man standing in a garden of pink flowers“Trabajé muchas horas aparte de mi horario regular. Para las ocho de la mañana que era el horario de entrada ya contaba con 190 dólares en mi bolsa. Fui más allá de un sueldo”, confiesa. 

Después de ese empleo, Ricardo empezó como chofer en la nursery “Garden Eva” y después de 3 meses un vendedor le dijo que se fuera a vender las plantas sin saber nada de ellas.

“Fue un reto grande para mí. Aprender otro oficio de conocer y vender las plantas”.

“El encargado me dijo: ‘Ser vendedor de plantas no es fácil, tienes que saber cuánto crecen, si florean, no florean, si es de sol o sombra y cuánta agua ocupan’.

“Me compré un libro que se llamaba Sunset Western. Ese libro fue mi Biblia. Aprendí bien como se escribía el nombre científico. Era un reto para mí. Mi ego me decía: ‘les voy a demostrar que éste ‘oaxaquita’-como me llamaban la gente que trabajaba ahí de Jalisco, Michoacán-, sí puede. 

Ricardo señal que no pocos de sus compañeros no lo querían porque él hacía cosas diferentes.

El dueño del lugar le advirtió que los demás trabajadores lo iban a correr porque trabajaba más que ellos. Los 7 días de la semana, 12 horas cada día, con un suelto semanal de $700 dls. 

“Hasta que me dijeron que g anaba mucho y que mejor me pagarían por sueldo”, agregó.

Una vez que aprendió a realizar sus propias ventas exigió comisión. Ya tenía sueldo y una comisión que empezó con un dos por ciento y llegó a cinco. 

La meta de Ricardo era vender 10 mil dls. de plantas a la semana para hacer quinientos de comisión y quinientos de su sueldo semanales, meta que estuvo a punto de lograr quedándose solo a 50 dólares de alcanzarla, cuando en ese tiempo lo normal que recibía un trabajador era un cheque de 300 dls.

La idea de ayudar a su familia siempre estuvo en su mente, poco a poco nació su idea de que eso era realmente lo que quería ser de niño: estar en contacto con las plantas y hacer lo que hace un ingeniero, no a través de la escuela, pero si en la práctica diaria en el campo.

“La primera dueña, Eva, me llevaban a sacar basura, hacer zanjas y hoyos y yo me decía: ‘no estudie para hacer eso y andar todo mugroso”.

Al poco tiempo Anica, hermana de Eva, adquirió el negocio y Ricardo puso su renuncia, pero la nueva dueña no la aceptó diciéndole si quería más dinero para que se quedara.

Ricardo no quería más dinero, su propósito era ser vendedor con comisión y lo consiguió. Eran malos tiempos y le propuso cambios en el vivero, a los cuales al principio se negó la dueña, pero luego aceptó que pusiera casi todas las plantas en especial y a mitad de precio para obtener recursos.

“Aprendí que todo es posible, si damos ese extra.”

-Ricardo Ortiz

Ahí conoció las áreas de lo que sería su mercado: San Diego, San Bernardino, Palm Spring y Ventura, el único lugar que le faltó fue Las Vegas, de ahí todas las áreas del Sur y Norte de California hizo contacto con otros viveros para hacer ventas, unos le compraron y otros no.

Eso le ayudó a aprender más de su mercado y le insistía a su patrona que quería ser su socio, a lo que ella se oponía porque seguía en malas condiciones el vivero. 

“Le decía: ‘mis comisiones, no me las pagues, compra tierra, compra botes… dame mi sueldo, con eso tengo’. 

Siempre he manejado el dinero de tal manera que no gasto todo lo que gano.

“De alguna forma se fue endeudando conmigo a tal punto que me debía 35 mil dólares de comisiones. En 2006 entraron a robar aquí y entonces dijo: ‘ayúdame a vender esto’. Me dijo que me daría hasta 50 mil dólares con la comisión”.  

Ricardo pensó en la comisión y empezó a buscar compradores. Encontró un par que nunca llegaron a la cita. Era una época lenta para los negocios, confiesa.

“Yo quería ver los 50 mil en mi bolsa. En enero 17 cae una helada y se muere más de la mitad de las plantas del vivero.  ¡Ahora sí cierro! Me dijo, porque cada día que estaba abierto le costaba más dinero. 

Ricardo le insistía que se la vendiera y la dueña le decía que cómo era posible si veía como estaba la situación. “Yo quería que fuera mío y le decía que hiciéramos pagos mensuales”. 

“Te consigo 20 mil más para que te sigas moviendo y déjame pagártela mensualmente, yo le decía, y ella que quería los 200 mil”.

“No importa, déjame pagártelo mensualmente”, le insistía Ricardo, quien después de dos semanas se reúne con su patrona para comer en el restaurante oaxaqueño Guelaguetza para hablar de la venta.

“Mi hijo tenía un año. Fue entonces que ella me dijo ‘¡sabes qué!… si hay alguien le voy a vender mi negocio es a ti ¡mi amigo! Yo sé que la vas a cuidar, y quiero que esto sea para tu familia, así que ya hice un plan. Me vas a pagar 4 mil 444 mensualmente por dos años y no te voy a cobrar intereses”. 

Literalmente se la puso en charola de plata. Con la voz entrecortada recordando ese gran momento que cambió su vida, Ricardo dijo: “prácticamente me la regaló. Logramos hacer el plan. Los trabajadores que estaban en ese entonces me apoyaron. Ellos me decían ¡éntrele! Fue en abril primero del 2007”. 

En ese momento había 10 trabajadores, dos ellos siguen con el trabajo. Rodolfo que es el mánager y Luis, el chofer.

Para Ricardo cada uno crea sus propias oportunidades, solo que algunos no pueden verlas…

“El crecimiento más grande dicen que es cuando hay crisis”, dice el Ricardo al recordar las palabras de su exjefa quien le dijo: ‘mira… esto es una desgracia. Esto es una crisis. No puedo empezar de nuevo… tengo 51 años. 

Yo le dije: ‘tengo 33. Yo sí quiero empezar ahora’. Ella veía una crisis. Yo, una oportunidad”.

Ricardo cambió el nombre del vivero a su nombre llamándolo Ricardo’s Nursery contando con más de un millón de plantas en 6 de 9.3 acres de terreno localizado en la ciudad de Long Beach, a un lado de los freeways 105 y 91.

Algunos de sus clientes son uno de los más importantes grupos de arquitectos Mármol y Granito, la ciudad de Long Beach, Los Ángeles, el Zoológico de San Diego, Disneyland, el Griffin Park, Landscaping (trabajadores de jardines) independientes y dueños de casas. Su facturación anual llega a los 2 millones de dls. 

Tienen plantas de todo tipo y tamaño, de Australia, México, Arizona, California, Nueva Zelanda, África y otros lados como Oaxaca.  

En su negocio se imparten talleres de plantación e injertos y sirve como escenario para diversos eventos, entre ellos, los de la comunidad oaxaqueña. 

 

Torneos de Baloncesto en Oaxacalifornia

Torneos de Baloncesto en Oaxacalifornia

Por Fabián Vital y Luis Gómez

La historia de César bravo, joven que ama el baloncesto y lo promueve en Oaxaca y en Oaxacalifornia.

César Bravo, mejor conocido como “Chiquilín” o “El chico mágico” entre sus amigos de baloncesto, nació en el Distrito Federal de México, pero sus raíces son de Oaxaca. La madre de César es del pueblo de Santa María Jaltianguis y su padre, del pueblo de San Pablo Macuiltianguis, los dos pueblos perteneciendo a la región Sierra Norte de Oaxaca.

“Nuestro mayor aspecto que nos une a los oaxaqueños son la música y el deporte,” cuenta César, “Los torneos regionales son noventa por ciento oaxaqueños. Cada pueblo representa su pueblo, es más orgullo, más que nada.”

César encontró su pasión por el baloncesto practicandocon el equipo local en Jaltianguis, donde vivió hasta que emigró a los Estados Unidos. Los padres de César emigraron antes que él, por lo tanto, César y sus hermanos se quedaron con su abuelita materna.

Después de un año y dos meses separado de sus papás, llegó a la ciudad de Arcadia a los seis años. Pero César enfrentó obstáculos en la escuela de su nuevo país que llegó a ser su casa.

Para César, lo más esencial en los Estados Unidos, essaber inglés. Y expresa que cuando estaba en primer grado, solamente se salía del salón de clases sin decir nada, porque no sabía cómo preguntar si podía ir al baño.

picture of basketball teamAunque tuvo muchos problemas con el idioma, César pudo relacionarse con otros niños jugando al baloncesto. Después de graduarse de la preparatoria, César era parte de un equipo juvenil oaxaqueño que le dio la oportunidad de traer su cultura al baloncesto.

“Yo era el único oaxaqueño en la zona que jugábamos,” mencionó César, “era un obstáculo y un orgullo, porque había gente que nos iba a ver nomás por ser oaxaqueños.”

Representando a la región del valle, César y su equipo clasificaron al juego de estrellas. Más de 40 aficionados en el juego, eran oaxaqueños que estaban apoyando a César. Aunque no suele haber muchos latinos en deportes americanos, y mucho menos en el baloncesto, César no dejó que la discriminación desvíe su meta de jugar en la preparatoria y otras ligas que no eran oaxaqueñas.

“Muchas veces, nosotros nos ponemos esa intimidación, que soy el único latino, el único oaxaqueño,” expresó Cesar, “Había gente de otras razas y yo era el único mexicano y el más chaparro siempre”.

César hizo caso omiso a la discriminación en la que podría verse envuelto, ignoró todos los comentarios y trató de mantener su fe en la humanidad. Él dice que trata de actuar como un verdadero profesional, especialmente cuando se enfrenta con dificultades.

Para Cesar, cuánto mide y de dónde es, no es obstáculo para ganar los torneos de baloncesto. Cuando vivía en Oaxaca, ganaron el tercer lugar de su torneo y ha mantenido una actitud positiva, a pesar de que muchos latinos han sido desanimados por múltiples razones cuando se trata de permanecer en los deportes, César siempre tuvo buenos recuerdos que lo ayudaban a superar los malos tiempos.

César tuvo que lidiar con mucho acoso de otras razas simplemente por ser oaxaqueño. A muchos latinos que enfrentan bullying, les resulta difícil seguir practicando deportes o realizar otras actividades con anglosajones. La experiencia de César también es realidad para muchos jóvenes latinos que se involucran en los deportes.

César quiere empezar una organización sin fines de lucro para poder dar recursos a las personas que no son privilegiadas. Aparte de eso, ha creado un ambiente muy familiar para su gente, organizando torneos con la liga de Oaxaca Basketball.

La liga se enfoca en representar al pueblo oaxaqueño, así como en darles una plataforma para que los jóvenes latinos trabajen y mejoren sus habilidades mientras que preservan su cultura. César dice que como noventa por ciento es gente Oaxaqueña, incluyendo árbitros, comentaristas y entrenadores.

“Apenas el pasado noviembre del 2017 hice mi primer torneo a nivel de Oaxaca, representativo,” cuenta Cesar, “Tuvimos nuestra final en el Staples Center, algo que nunca se había hecho, para inculcar el deporte en nuestra gente”.

En el 2017, la liga de Oaxaca Basketball tenía 20 a 25 equipos y tuvieron la final en el Staples Center. Eventos como estos son especiales porque los equipos representan diferentes pueblos y le da la gente el orgullo de ser parte de algo competitivo, pero también cultural y familiar

Radio Nepantla: Torneos de Baloncesto en Oaxacalifornia

Oaxaqueen: para Representar su Cultura

Oaxaqueen: para Representar su Cultura

Por Karen Esquivel y Coraima Hurtado

Feet of people wearing traditional Oaxaca dresses

Diana Gómez, una joven de 24 años de origen oaxaqueño que se opone a que otras gentes lucren con su cultura oaxaqueña y no beneficien a su comunidad. 

Oaxaqueen es algo que yo quería empezar desde hace mucho tiempo, desde que yo estaba en college. Yo quería empezar porque en el social media, en el Instagram, en el Twitter, nunca se veía una representación de oaxaqueñas. Nunca se miraba eso. El único tiempo que yo veía una representación de oaxaqueñas o zapotecas, o mujeres indígenas, eran en los festivales como La Guelaguetza. Era muy chica yo.

Tenía como entre los 14 a 16 años. Esa era la única vez que yo veía representación mía. Yo empecé Oaxaqueenen Octubre del 2017 no solo para vender ropa típica, sino más como una manera de representar mi cultura y mi ropa y la artesanía oaxaqueña, especialmente del pueblo de San Bartolo, en otra plataforma, de diferente manera,” explica Diana Gómez. 

El hecho de que Diana nunca había visto que su cultura oaxaqueña fuera representada correctamente fue una de las razones por la cual Diana decidió crear su línea de ropa y accesorios oaxaqueños y usar su plataforma para representar sus raíces. 

“Muchas veces se ven estas blusas o vestidos en modelos güeritas o gringas, y honestamente, Oaxaca no es así. Oaxaca está llena de mujeres grandes, prietas. 

Y yo creo que la ropa se merece ser representada por mujeres que se miran como las mujeres que lo usan. Y por eso empecé Oaxaqueen, porque para mí es muy importante que muchachas como yo o más jóvenes miren que sí hay representación, que nosotros sí existimos aquí en Los Ángeles o en los Estados Unidos, en general. Y yo creo que por eso empecé. Eso siempre ha sido muy importante para mí,” afirmó Diana Gómez. 

Muchos jóvenes que viven en los Estados Unidos, donde hay culturas diversas, se avergüenzan de sus orígenes debido al racismo que existe. 

“Yo he escuchado a oaxaqueños y paisanos míos decir: “Oh, yo no soy de Oaxaca, yo soy de Michoacán o de Jalisco”. Cosas así. Nunca quieren decir que realmente son indígenas o zapotecas, y yo creo que realmente tiene que ver mucho con el racismo y todo de lo que hemos luchado en contra,” dice Diana Gómez. 

Diana cree que, si ella impulsa su cultura oaxaqueña que ella promueve a través de lo que hace, otros jóvenes de origen oaxaqueño se van a sentir motivados a representar y sentirse orgullosos de su cultura oaxaqueña.

We face a lot of shame aquí en Los Ángeles y tenemos un poco de vergüenza de decir que somos oaxaqueños o somos indígenas y nos da vergüenza hablar nuestro lenguaje. Pero cuando ven que una joven como yo, que es de Los Ángeles, que es indígena, pues se sienten un poco orgullosos y de ahí quieren expresarse en público y usar sus  ropas típicas y hablar su lenguaje,” afirma Diana Gómez.  

El racismo que hay en los Estado Unidos, al igual que en México, es la razón por la que muchos padres no les enseñan a sus hijos nada sobre su cultura. 

“Yo no hablo el zapoteco muy bien, pero mi papá sí. Mi papá lo habla perfecto. Pero cuando él llegó a los Estados Unidos, él no me enseñó el zapoteco por el miedo de que yo no iba a aprender el inglés muy bien y él no quería que yo pasara por las injusticias que él pasó en Oaxaca y en los Estados Unidos por hablar zapoteco o por identificarse como un indígena o zapoteca, porque él pasó por muchas cosas feas en Oaxaca. Porque en Oaxaca también, igual, hay mucho racismo contra los  indígenas y contra los oaxaqueños y yo creo que todo eso lo cargamos nosotros como jóvenes,” narra Diana Gómez. 

Las revistas y las plataformas que se encuentran en las redes sociales por lo regular nunca ponen a una mujer de origen mexicano o ascendencia latina, y cuando lo hacen, esa mujer tiene la piel blanca o morena clara.

Oaxaqueenes todo lo contrario, en Oaxacaqueens Diana se esfuerza en darle a su cultura la representación que se merece. Pero también se esfuerza porque las mujeres de Oaxaca se sientan representadas y se sientan a gusto en la ropa y accesorios que usen. 

“Para mí es muy importante que muchachas como yo o más jóvenes miren que sí hay representación, que nosotros sí existimos aquí en Los Ángeles o en los Estados Unidos, en general.”

-Diana Gómez

“Desde que empecé he sido muy dichosa en que la gente se acerque a mí y me digan: ‘Oh, this is so awesome that you’re doing this, porque nunca hemos visto una oaxaqueña tratar de hacer esto o tratar de sacar a su gente adelante, o su cultura adelante. Siempre estamos esperando que alguien más lo haga por nosotros, pero al fin, tú lo estás haciendo, y muchas gracias por representarme a mí y a mi familia’, cuenta Diana Gómez. “Y yeah, realmente ese es el propósito detrás de Oaxaqueen. No solo para vender ropa o para exponer mis ideas, como en stickers o cosas así, es una forma de expresión y representación, como una mujer indígena, una mujer zapoteca, viviendo aquí en Los Ángeles.” 

Diana recomienda que compañías grandes o chicas primero investiguen sobre la cultura de la ropa que quieran vender, y que no se lucren de ella. Diana sugiere que compañías o boutiques pongan su granito de arena en estas comunidades de las cuales ganan dinero. 

“Instagram es un medio social que se usa bastante, especialmente para vendedores y boutiques que son muy pequeños, que apenas están empezando. Y mucha gente siempre me manda screenshots de estas boutiques que realmente se están robando las artesanías y la ropa de gente indígena, y realmente me da un coraje porque no es de ellos para representar,” narra Diana Gómez. “Muchos usan la excusa de que: ‘Oh, yo estoy comprando en Oaxaca, estoy comprando en México, estoy ayudando ese business y yo lo estoy vendiendo aquí, y lo único que quiero hacer es representarlo o appreciate it,’ pero no es su lugar, ese no es su lugar. Si no es tuyo, no es tu lugar de representarlo.” 

Diana intenta ser la voz de su gente, ya que estos se han visto victimas de la discriminacion al ver que muchas boutiques no contratan a la gente de piel morena o negra. Por eso Diana usa su plataforma para luchar contra esta triste realidad. 

“Esto empezó con Twitter. Hace muchos años, encontré un Tumblr post que hablaba de cierto boutique, los co-owners de esta boutique dijeron un comentario sobre las oaxaqueñas. Me molestó mucho, pero cuando lo encontré, inicialmente fue hace muchos años, y nunca dije nada sobre eso y me lo guardé, pero otra vez it resurfaced,” explica Diana Gómez. “Un comentario que se escuchaba un poco racista hacia los oaxaqueños y cuando lo puse en mi Twitter realmente nada más me estaba expresando yo misma que hay muchas boutiques que lo único que hacen es robarse la cultura, y venderla, nada más. Y mucha gente lo vio y they agreed with me que esta boutique se estaba robando ciertas culturas y no estaba haciendo nada para la comunidad. Y empezaron a hacer repost, en el Instagram, en el Twitter.” 

Diana nunca tuvo miedo de enfrentarse a estas personas, a pesar del poder que poseían por ser grandes boutiques y tener muchos seguidores. Debido a su coraje, la gente ya no se está quedando callada. 

“Fui a mi Instagram y empecé a poner videos de mí, platicando sobre lo constantemente que suele pasar, aunque lo escuchemos o que sea público, siempre pasa. Mucha gente habla muy mal de los oaxaqueños y nadie nos defiende, y ya basta con eso. Porque por muchos, muchos años nos hemos dejado que mucha gente nos hable como quieran y que nos digan ciertos comentarios feos, y yo junto con muchos, muchos, muchos más nos hemos cansado de todos esos comentarios y de ser despreciados y pushed aside por ciertas personas,” explica Diana Gómez. “Y yo sentí mucho apoyo … yo me estoy defendiendo y estoy defendiendo a mi gente. Yo creo que nadie ha hecho eso, especialmente una persona joven y tan pública, y yo creo que por eso recibí tanto apoyo con toda esta situación.” 

Diana recomienda que los jóvenes no se avergüencen de ser de ascendencia latina y que se sientan orgullosos de ellos mismos. Ella dice que es muy muy importante aprender y conocer de dónde vienes y de dónde son tus raíces.

“Yo creo que nunca voy a dejar de aprender de mi cultura, pero desde que yo era chiquita, mis papás me decían, me platicaban de mi cultura. Realmente siempre me decían: ‘Tienes que estar orgullosa de dónde eres, tienes que saber de dónde eres, quién eres, de nuestro lenguaje. Porque no importa a donde vayas, puedes ir a Inglaterra, o puedes ir a China, nunca, nunca va cambiar quién eres. Siempre vas a ser oaxaqueña, siempre vas a ser zapoteca, siempre vas a tener ese lenguaje contigo,’” dice Diana Gómez. 

El futuro que Diana desea para Oaxaqueenes es que sea algo más que una línea de ropa. Su visión es que Oaxaqueen sea un espacio donde su gente oaxaqueña se sienta segura sin importar su identidad sexual o cualquier otro aspecto que forme su identidad. Un espacio donde se sientan seguros y libres de poder expresarse.

Radio Nepantla: Oaxaqueen