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Maestro Habla de la importancia del Zapoteco en Los Ángeles

Maestro Habla de la importancia del Zapoteco en Los Ángeles

Por Lizeth Mendoza y Henry Güembes

La historia de Gabriel Martinez, un maestro zapoteco y cronista de la cultura popular de Oaxaca. Aquí les contaremos la historia.

 

Gabriel Martínez, es un oaxacaliforniano, maestro en la cervecera artesana, cronista de la cultura popular del estado mexicano de Oaxaca y narrador de los festivales Guelaguetza en el sur de California.

Las primeras palabras de Martínez fueron en zapoteco. Aprendió zapoteco de su familia cuando era un niño.

Estaba rodeado en su mayoría por mujeres porque los hombres venían a Los Ángeles a trabajar. De hecho, no aprendió español o inglés hasta que llegó a los Estados Unidos.
Martínez llegó a los Estados Unidos de Oaxaca a los quince años de edad. Él se vino a California no con el deseo de estudiar, sino con el deseo de trabajar, aunque su familia no quería que se viniera a los Estados Unidos.

“Me vine porque quería aventurar, explorar diferentes horizontes, ver una vida que no era como la de mi pueblo. En fin, llegué a Venice, California. Y pues me di cuenta que no era lo que yo buscaba, que inmediatamente tenía que trabajar para pagar la renta y el alquiler, la comida y otras necesidades,” dice Martínez.

Martínez trabajó por 3 años y a los 18 años empezó a ir a la escuela. Su primer paso fue aprender inglés. Él fue a Santa Mónica High School, Santa Mónica College y después a la Universidad de California en Northridge.

“Una cosa es ir a la escuela, otra es saber qué estudiar. Entonces, prácticamente para mí la escuela fue como un escape. Bueno, un escape al no estar dentro de un grupo de personas en un lugar tan reducido y pues no seguir el ciclo de estilo de vida que ellos llevaban. Ir a la escuela era prácticamente para desviarse de eso,” explica Martínez. “No sabía qué estudiar y tomé unas clases de comunicación. Yo creo que era los más cercano que era los más cercano que me relacionaba. Y me enfoqué en la comunicación, en el periodismo.”

Según Pamela Munro de UCLA, “Los zapotecos son el tercer grupo étnico indígena más grande de México, con más de 400,000 en el censo de 1990. Desde la década de 1970, una gran cantidad de personas zapotecas han emigrado desde las comunidades rurales en Oaxaca a los Estados Unidos”.

Oaxaca comprende de 8 regiones entre ellas la costa y los valles. Las regiones son Mixteca, Costa, Sierra Sur, Valles centrales, Istmo, Sierra Norte, Cañada y Papaloapan.

“Yo soy de los valles de Oaxaca. Oaxaca y sus valles es la parte donde está la nación Zapoteca. Entonces yo soy zapoteco del pueblo que se llama San Marcos Tlapazola. Se ubica a unos 45 minutos al este… suroeste de la ciudad de Oaxaca,” dice Martínez.

Gabriel Martínez, nunca había pensado en ser profesor de zapoteco. Fue la misma admiración y amor a su cultura que lo llevó a la decisión de comenzar a enseñar en el año 2010 en San Diego State University.

Se descubrió a sí mismo a través del lenguaje, y de alguna manera decodificó el pasado de larga distancia de los nativos y sus pensamientos. Él explica que es como si la utopía fuera parte de dos mundos opuestos. Y que es un viaje humillante.

“Para mí, nunca fue codicioso hablar zapoteco, ser oaxaqueño. Bueno, hasta en estos días, cuando ya soy un viajero del mundo, cuando me doy cuenta que mis principios son los que me han salvado y me han hecho quien soy,” expresó Martínez. “Por eso las charlas, los escritos, pues para decir que cualquier cultura tiene su propio valor al igual que otras culturas. Pero nunca fue así como un momento cuando decidí ser profesor, sino que ha sido por necesidad de expresar la necesidad de vocear que la comunidad indígena es tan importante como otras culturas y en cierto ramas, pues es más importante.”

El lenguaje es una gran parte de la cultura y la identidad cultural. Es interesante porque el lenguaje zapoteco, como el inglés, no tiene género. Entonces, para muchos que crecen hablando el idioma, tienen dificultad para aprender el español. El lenguaje zapoteco se clasifica como un lenguaje profundo. Es un lenguaje que tiene mucha historia, desde las primeras comunidades zapotecas en Oaxaca. Para muchos que lo hablan, se basa en la humanidad y la naturaleza.

“Considero que la lengua zapoteca es superior a la de español o la de inglés en contraste con otros valores. Me refiero específicamente a los valores humanos. Resulta que la lengua zapoteca está ligada directamente con la adoración a los vivos, a los muertos y a las deidades. Entonces, es una lengua muy profunda, que si nosotros decodificamos, aprendiéramos un poco de ella, el mundo sería un poco más distinto,” explica Martínez.

Martínez dirige la atención sobre la sociedad de Los Ángeles y aquellas personas que sufren dentro y alrededor de nuestra comunidad.

“No existirían las casi 50,000 personas que viven en la calle, tan solo en Los Ángeles. Eso va muy en contra de los principios humanos que se decodifica en la lengua zapoteca. No habría tanta denigración, humillación en la sociedad, como los estamos viendo en estos días,” exclama Martínez. “Entonces, yo creo que es una lengua digna de mencionar, de rescatar y de aprender; que después de todo es una lengua milenaria, que por lo menos en Latinoamérica, en el continente americano, es una lengua, es una raíz que se llama otomangue, que es la madre lengua. Son los primeros humanos que domesticaron prácticamente lo más esencial para que nosotros fuéramos posible en estos días. Estamos hablando de la comida, de los principios humanos y de la forma religiosa y política.”

La lengua zapoteca se está perdiendo y la mayoría de los inmigrantes zapotecos no transmiten su idioma a sus hijos nacidos en los Estados Unidos. Estos padres han observado que el español y el inglés son herramientas necesarias para avanzar en los Estados Unidos, y el zapoteco, no.

“A través de viendo televisión, revistas, a través de las constituciones que no incluyen la visión indígena, a través de las personas ejemplares que no lo aprecian, que no lo hablan, que no lo promueven. No es común que las escuelas primarias tengan libros en zapoteco o en otras lenguas nativas. Las lenguas nativas están [a] contracorriente al mundo. Entonces, tenemos mucho trabajo que hacer para visibilizar [el idioma],”
dice Martínez.

Perder un idioma tiene muchas consecuencias. En los Estados Unidos, el inglés es la lengua preferida de los adolescentes y es algo que sigue creciendo. Mientras que el idioma nativo baja.

“Las consecuencias de perder la lengua zapoteca, mixteco, náhuatl y sinnúmero de lenguas aborígenes, es que vamos a tener un mundo aburrido. Me refiero, a un mundo que quiere deleitarse, comer diferentes comidas, tiene las opciones. Lo que pasa en la sociedad es que constantemente quiere que el español sea nada más una lengua universal o el inglés o el japonés, sin considerar otras lenguas,” dice. “Entonces, al tratar de crear nada más ese platillo, por decir en la comida, entonces, eso vas a comer todos los días. La vida no es buena de esa forma. Por eso tenemos que… por el bienestar de la sociedad y del mundo tenemos que conservar las lenguas aborígenes para que dé otro sabor a la vida. A veces más rica, ¿no es cierto?”

Hay muchas razones en por qué los padres no les enseñan a sus hijos su lenguaje nativo. Aprendiendo la lengua materna ayuda conectarse con tus antepasados y cultura de una manera que muchas otras cosas no lo hacen.

“La esencia del éxito está en uno mismo y en su forma de vivir. Yo diría que ese es el motivo principal porque a la gente le falta su auto-estima. No solamente individual, sino que los países. Me refiero que no valoran su cultura, no proyectan su economía, que bueno, si decimos que la cultura es tan importante, entonces se habrá que darle la cotización a lo que corresponde; por ende, la economía también prevalece en esa cultura,” explica Martínez.

Como dice el dicho: “Al morir una lengua indígena, muere todo un legado cultural con ella”. Procesos de revitalización lingüística son necesarios para que las lenguas indígenas no se extingan completamente.

“Sí hay iniciativas para contrarrestar y que la gente siga hablando la lengua zapoteca. Francisco Toledo es uno de los pintores mexicanos más destacados del mundo… es zapoteco. Desde hace varios años, él estableció un concurso que se llama Premios Casa en las lenguas nativas. El año pasado llegó este premio aquí en Los Ángeles y varios de nosotros concursamos para el concurso literario en la lengua zapoteca. Entonces, hay un esfuerzo, pero a través de gente con afinidades que se preocupa para que las lenguas nativas no se mueran,” dice Martínez.

Hay una gran importancia en conservar el idioma, especialmente aquí en los Estado Unidos ya que fortalece a la comunidad oaxaqueña aun estando tan lejos de su hogar.

“Nosotros los escritores de acá de Los Ángeles, del sur de California, vemos a Oaxaca desde otras lentes a lo que uno no ve estando allá en Oaxaca. Podemos decir que los jóvenes de Oaxaca quizás no ven el valor de conservar la lengua nativa, cuando nosotros acá de este lado vemos la necesidad, como habíamos dicho, que el mundo tenga otras alternativas, otras voces, otras opiniones, otra forma de vivir. Entonces, podemos nutrirnos de eso únicamente a través de la lengua y a través de la escritura,” dice Martínez.

Hay varias diferentes razones de la unidad vista en la comunidad oaxaqueña. Una de las razones es el lenguaje que enseña solidaridad entre una comunidad discriminada.

“El lenguaje unifica a la gente, el lenguaje tiene doble filo, uno el de unificar, y el otro el de dividir. Lo estamos viendo con el Presidente de Estados Unidos. Bueno, que usa el lenguaje de una forma denigrante, divisoria, en lugar de crear puentes,” exclama Martínez.

Algunos jóvenes que vienen de raíces oaxaqueñas y crecen en los Estados Unidos a veces no valoran la riqueza que existe en la cultura de Oaxaca. Esa cultura no se promueve mucho por los medios mexicanos.

“Lo que pasa en la sociedad es que se ha dedicado a lo que es el comercialismo y nosotros, los jóvenes, que no tenemos esa… convicción con firmeza de ser lo que nosotros somos, es muy fácil que nos perjudique, y querer hacer algo diferente a lo que no somos,” confiesa Martínez.

La sociedad en Los Ángeles no ha sido un sitio que ha recibido a los oaxaqueños con las manos abiertas. Del principio, muchos oaxaqueños se enfrentaron con discriminación en México, pero también lo vieron en Los Ángeles. Aunque hay muchos oaxaqueños que han organizado su propia comunidad en Venice y Santa Mónica, todavía se enfrentan con una batalla contra el aburguesamiento.

“La migración es particularmente de los zapotecos y la mayoría vivimos en California, en Los Ángeles, para ser exacto. Hay gentrification (aburguesamiento) en Venice porque es allí donde llegamos, en Venice y Santa Mónica. El este de Los Ángeles ya estaba ocupado por mexicanos de piel blanca, entonces, había la discriminación entre los propios mexicanos y [nos] sentíamos más a gusto estando entre los güeros y otras etnias, que bueno menos nos hostigaban. Y por eso el asentamiento, pero conforme ahorita vienen los negocios que ocupan estos edificios, van mandando a la gente a otras ciudades,” dice Martínez.

Puede ser que haya fuerzas que lentamente quieran borrar el sabor oaxaqueño en Los Ángeles. Sin embargo, Gabriel Martínez, trata de revivir esa cultura zapoteca al ser narrador para el festival Guelaguetza, un festival donde se celebra la cultura oaxaqueña.

“Ahora tengo doce años narrando los festivales Guelaguetza desde San Diego, Los Ángeles, Oxnard, Bakersfield, San José, Santa Rosa, y este año en Phoenix, Arizona. Es una fiesta cultural,” exclama Martínez. “La Guelaguetza ha tumbado las barreras de la discriminación. Yo crecí en una era donde era muy latente la discriminación, particularmente entre los jóvenes.
Entonces, los eventos de la Guelaguetza han hecho que la gente sea consciente de los valores culturales, de la lengua y de las tradiciones del México originario, a través de estos eventos que antes los festivales Guelaguetza, pues la gente desconocía porque nosotros teníamos una lengua propia, porque nos comportamos de una forma laboral.”

Gabriel Martínez tiene su propia página en Facebook @Gabriel Martínez, donde publica historias, imágenes, e información sobre todo oaxacalifornia.

Radio Nepantla: Maestro habla de la importancia del zapoteco

Feria del Tejate: Una deliciosa tradición Zapoteca

Feria del Tejate: Una deliciosa tradición Zapoteca

Por Felipe López*

En este ensayo hago algunas reflexiones sobre los retos que confrontan migrantes que hablan mayormente una lengua originaria de Latinoamérica, especialmente una de las lenguas zapotecas que se habla en el estado de Oaxaca, México y en varios estados en la Unión Americana. Hoy en día en Estados Unidos habitan muchas personas migrantes que provienen de comunidades indígenas de Oaxaca que no dominan bien el castellano, mucho menos el inglés.

Esto dificulta más no sólo navegar la sociedad norteamericana, sino también crea un gran reto tanto para estas personas como para las instituciones que proveen servicio público en entenderse. Por ejemplo, en el servicio de salud y en el sistema legal, entre otros, muchas veces la comunicación ha sido un gran reto. Uno de los retos principales para aquellas instituciones que proveen servicio al público es desconocer que en México se habla varias lenguas originarias, alrededor de 68 familia de lenguas. Esto ha sido el caso de las lenguas zapotecas, por ejemplo, en varios casos me han contactado desde hospitales, prisiones y cortes de migración para ser interprete de personas de habla zapoteca que requieren un traductor. Sin embargo, cuando les pregunto, al personal de las instituciones que necesitan comunicarse con sus clientes, de la variante del zapoteco que habla la persona que necesitar un intérprete, siempre las desconocen. Esto es el resultado de la falta de entender que el “zapoteco” no es una lengua en sí, sino una familia de lenguas zapotecas. Esta familia de lenguas lo hablan casi medio millón de personas en el estado de Oaxaca, además de los que lo hablan en la república mexicana, como en la Unión Americana. Este grupo de lenguas que le han llamado zapoteco, derivado de la palabra tzapotecatl en náhuatl y castellanizado por consiguiente es necesario que las deferentes instituciones que proveen servicios sociales y de intérpretes entiendan lo que llamamos la lengua zapoteca no es una lengua en sí. Entonces pensemos que el zapoteco es como la lengua romance. En otras palabras, no decimos que hablamos la lengua romance, sino que decimos que hablamos el español, portugués, francés, etc.

En este sentido debemos de pensar que cada variante es una lengua en sí que mantiene sus propias gramáticas. Bajo este término se comprende una gran variante lingüísticas que no siempre son mutuamente inteligibles. Entonces es importante tomar en cuenta esto para hacer un mejor trabajo en apoyar a quienes requieran interpretes alguna lengua zapoteca.

Hoy en día encontramos zapotecos hablantes en la Unión Americana que su migración data desde a mediados del siglo pasado. Las lenguas zapotecas son una de las lenguas que tienen el mayor número de hablantes en Oaxaca, México. Por ejemplo, de acuerdo al último censo mexicano del 2020 el 6.1% o sea 7.364.645 personas en México hablaban una lengua originaria. Sin embargo, continuamente se sigue perdiendo muchas de estas lenguas originarias por diferentes factores.

Históricamente las políticas públicas educativas prohibían a la comunidad indígena hablar sus lenguas y algunos maestros castigaban a los alumnos indígenas por hablar sus lenguas maternas. Por ejemplo, mucha gente zapoteca de los Valles Centrales, específicamente de Tlacolula me ha comentado que aún recuerdan cómo sus maestros y maestras los castigaban por hablar zapoteco en las aulas. Estas ideologías de asimilación a la cultura mestiza y castellanización han dejado huellas profundas en la comunidad zapoteca.

En México, por un lado, se ha creado una ideología que las lenguas de la sociedad dominante que las lenguas originarias no son realmente lenguas, sino que “dialectos” que no sirven. Por otro lado, muchos de aquellos que sufrieron esta descremación han optado por no transmitirles sus lenguas indígenas a sus hijos e hijas. En muchos casos se piensa erróneamente que las lenguas originarias no tienen valor económico. Todo esto y muchos otros factores han contribuido no sólo a la constante perdida de hablantes de las diferentes lenguas originarias sino también han hecho difícil la promoción y preservación de éstas. Sin embargo, en los últimos años ha surgido esfuerzos para la preservación de las lenguas zapotecas, tanto en Oaxaca como en la Unión Americana.

Interesantemente, los trabajos de la preservación y promoción de las lenguas originarias han caído en muchos de nosotros quienes hablamos una de estas lenguas originarias. Por ejemplo, desde 1992 he estado llevando a cabo diferentes proyectos para el mantenimiento de mi variante zapoteca Dizhsa digitalmente y disponible para todo público gratuitamente. Dizhsa, se habla en la comunidad de San Lucas Quiaviní del valle de Tlacolula, Oaxaca, México como también en la ciudad de Los Ángeles y es entendida por otros zapotecos hablantes de algunas comunidades del valle de Tlacolula en ambos de la frontera. También vale la pena comentar que algunas instituciones educativas en México recientemente han empezado ser más incluyentes y ofrecer una lengua originaria como parte de su currículo. Por ejemplo, la Universidad del Pueblo, con sede en Tlacolula requiere que sus estudiantes en las carreras como Derecho y Educación Intercultural tomen cursos de zapoteco del valle de Tlacolula, la cual imparto yo en línea desde Estados Unidos. A pesar de estos esfuerzos de la preservación y promoción de las lenguas zapotecas, aún existen obstáculos para muchas personas que no dominan bien el castellano y que mucho menos hablan el inglés en tener acceso a los servicios sociales de salud, educación, entre otros.

Por varios años fui interprete para una compañía que proveía servicio para varias instituciones, como cortes federales y hospitales. Debido a la errónea idea que el zapoteco es una en sí, me mandaban a interpretar para otras personas que decían que hablaban el zapoteco. En estas, todas las ocasiones, estas personas que hablaban el “zapoteco”, hablaban una variante diferente a la que yo hablo, por consiguiente, no pude apoyarlos. Otro de los retos es traducir a las lenguas zapotecas conceptos occidentales que son usados en las cortes y el área de salud, por ejemplo. La falta de entendimiento de las lenguas zapotecas es verdaderamente un desafío y una barrera del lenguaje que afecta a muchos en su vida cotidiana, en la salud, en las cortes y otras áreas.

*Felipe López es profesor de Estudios Latinoamericanos por la UCLA. Ha recibido distintos premios y reconocimientos dentro y fuera de Estados Unidos, uno de ellos de la American Library Association, por su trabajo en Caseidyneën Saën – Learning Together: Colonial Valley Zapotec Teaching Materials (Flores-Marcial et al. 2021), el Premios CaSa 2017 por Literatura Zapoteca en la categoría de narrativa, entre otros. Entre sus publicaciones se encuentra de dizhsa. ¿la literatura zapoteca por quien, para quién? Harvard University. ReVista: Harvard Review of Latin America y ha sido ponente en múltiples conferencias y foros especializados.

La Diáspora Zapoteca y su Lengua

La Diáspora Zapoteca y su Lengua

Especial de Impulso

Las jícaras del espumoso tejate fueron servidas; iban de un lugar a otro, de boca en boca, de padres a hijos y entre esposos.

Es así como las familias oaxaqueñas comparten la deliciosa bebida tradicional originaria de los pueblos zapotecas durante la Feria del Tejate que se realiza desde el 2008 en el área de West Los Ángeles, lugar de residencia de oaxaqueños provenientes de los Valles Centrales, en especial de Tlacolula.

Los organizadores de este importante evento, después de la Guelaguetza, son los integrantes del Grupo Folklórico Guish-Bac, bajo la dirección de Natividad Santiago y Gabriel Gómez, con el propósito de preservar sus tradiciones y gastronomía zapoteca.

Durante el evento cultural-gastronómico, se realiza el concurso de la “Mejor Tejatera del Año” que es elegida por un jurado calificador que realiza un recorrido por todos los puestos de las participantes. Las tejateras deben explicar los ingredientes que utilizaron y su toque personal para la elaboración de la considerada “Bebida de los Dioses”.

Los ingredientes básicos para la sagrada bebida vigorizante y nutritiva, de acuerdo a las propias tejateras, son: maíz, cacao, flor de cacao, pisle, cacahuate, cocoyul y en algunos casos nuez y el toque particular de cada una de ellas.

El último año que se efectuó la XII Feria del Tejate en el Parque Stoner de West Los Ángeles fue el domingo 01 de septiembre de 2019, con la participación de al menos 11 tejateras.

Bajo un sol abrasador, propicio para consumir más de una jícara de la bebida refrescante, la fiesta arrancó después del mediodía con la tradicional calenda encabezada por los mayordomos, que ese año fueron Florencio y Mayra Hernández de la comunidad de San Bartolomé Quialana.

También participaron en la calenda, invitados de honor, el concejal del onceavo distrito Mike Bonni y otros políticos oaxaqueños visitantes.

Luego prosigue el ritual de la Mayordomía de Tlacolula, una representación en la que se aclara que ser mayordomo es un gran compromiso porque se contraen deudas que serán pagadas en el transcurso de los años.

Al término de la bendición del tejate, frente al pequeño altar, instalado en el estrado principal, en honor al Señor de Tlacolula, la banda filarmónica Maqueo’s Music interpreta el Jarabe del Valle, momento propicio para que la gente se levantara de sus asientos y participe. Es el momento cumbre con que se inicia la participación comunitaria.

Después siguen otros bailes tradicionales ejecutados por los grupos folclóricos participantes: El ballet folklórico Nueva Antequera, Princesa Donají, Grupo Sueños y Esperanza, Tierra Blanca Art Center,
entre otros.

Entre los miles de asistentes, se encuentran familias oaxaqueñas que llegan de todo el Sur y Norte de California.

Una de ellas fue la familia de Rafaela Hernández y Remigio Santiago, ellos llegaron con sus hijos Héctor, Brandon y Secia para disfrutar de la fiesta oaxaqueña.

La familia dijo que su intención era tomar más de dos jícaras de tejate, cada uno, y también llevar otros vasos para su demás familia radicada en Santa Ana, California.

 

Rafaela afirmó que le gusta el tejate tradicional. “El que sabe a maíz, porque nos recuerda algo de nuestras raíces culturales”.

“Me gusta todo: la comida, los tamales oaxaqueños, el taco de la abuela, el pan dulce y los dulces regionales”, comentó, la originaria de la Sierra Norte de Oaxaca.

“El tejate de coco o de cacao, no debe ser ni dulce ni simple. Así debe ser”, comentó Arturo Sernas originario de Tlacolula.

Para él inmigrante la mejor tejatera es su paisana de Tlacolula, Doña Licha, quien es la que lleva la mayor cantidad de premios granados, pero la última ganadora del primer lugar fue Glafira Hernández, seguida por María de la Cruz López con el segundo y Dalila Sánchez con el tercero.

 

Pintor Narsiso Martínez

Pintor Narsiso Martínez

Por Gabriel Martínez | Especial de Impulso

Brilla el artista zapoteco Narsiso Martínez

Los Ángeles, Cal.- Narsiso Martínez es un nombre que destaca en el ambiente artístico. Un amigo en común me platicó de las maravillas y la calidez de este artista oaxaqueño residente en Long Beach, California. “Paisano, saludos, un amigo de antaño, Juan, me ha comentado de ti y de tu trabajo. Cuando vengas por acá te invito un cafecito o una chela. Ponle fecha”, le escribí vía Facebook. “¿Qué ondas Gabriel?”, me escribió, “¡Claro!, ¿dónde es por acá?”. “Santa Mónica”, le contesté a la brevedad. “I will be there on the 14th”, escribió, “are you available?”. Quizá se desconoce que la mayoría de los oaxacalifornianos somos bilingües, navegamos el mundo globalizado comunicándonos en español e inglés. Otros tenemos la fortuna de ser trilingües: puede que hablemos zapoteco, mixteco o triqui por línea familiar, y quienes trabajan en restaurantes japoneses, hablan esa lengua por necesidad.

“Great! Lets schedule that on the 14th”, le respondí. “Cool. I’ll be working at the Santa Monica airport all day. I’ll be free more likely in the evening”, contestó el artista plástico.

El día del amor y la amistad conocí al flamante premiado en la feria de arte Frieze Impact Prize 2023, en la que participan 120 galerías de 22 países. En sus obras artísticas, este maestro oaxaqueño, nacido en Santa Cruz Papalutla, dignifica a los trabajadores agrícolas de Estados Unidos. En la Frieze se ofertan obras valoradas entre 10 mil y un millón de dólares –así como piezas de Richard Diebenkorn, por ejemplo–, en un espacio acogedor diseñado exprofeso por el arquitecto Kulapat Yantrasast. En ese prestigioso escenario, Martínez tendrá el privilegio de una exposición individual: el sueño de todo artista plástico.

Tal y cual habíamos acordado, el artista llega a mi domicilio por la tarde. Narsiso –así, con “s”– estaba agotado porque se había desvelado toda la noche, ultimando detalles de sus obras y supervisando la instalación de su exposición.

Para mí, es un verdadero orgullo que un latinoamericano haya alcanzado tan importante reconocimiento. Más aún, que un oaxacaliforniano sea reconocido, sobre todo durante un periodo de clima hostil y de desprecio hacia los paisanos de Oaxaca, generado por de un grupo de concejales angelinos.

Le enseño mi casa, cuya vista panorámica abarca una gran parte de la ciudad angelina; lo que fantaseamos al salir de nuestras provincias: palmeras y rascacielos. Una vez instalados, comienzo con una confesión. “Yo quiero ir a trabajar al campo”, le digo. “It’s hard”, responde el pintor que trabajó en la agricultura mientras estudiaba artes plásticas en la Universidad Estatal de California, en Long Beach. Me doy cuenta de que le es más cómodo hablar de su vida y de sus obras en inglés. “¿Tú trabajaste en Washington?”, le pregunto. “Para pagar mi escuela pizcaba manzanas. Tenía que cargar la escalera, saber dónde acomodarla y engancharla del árbol para treparme y cortar las manzanas lo más rápido”, recuerda. Saca la mano izquierda y la muestra sin decir nada, pero frunciendo el ceño. Luego se tuerce el cuello como si todavía le lastimara el inclemente frío del estado de Washington. “Las manzanas eran muy delicadas y uno tenía que tener mucho cuidado para agarrarlas y no magullarlas. Si el supervisor llegaba a encontrar una sola huella de la yema de los dedos sobre las manzanas, las rechazaba”, añade. El pintor agrega que al vaciar el saco de la fruta en el almacén, los trabajadores, que se visten con suéteres con capuchas que protegen sus rostros de las ramas de los árboles, del frío y del pesticida, lo hacen con delicadeza para no estropear las manzanas.

Faltan dos días para la inauguración de Frieze Art Fair y Narsiso Martínez, de 45 años, será el protagonista cuyo sello artístico es retratar a sus colegas campesinos. Al despedirnos esa tarde, queda sellada el compromiso de acudir a su exposición.

The most refreshing artwork

El día de la inauguración había un embotellamiento en el periférico del aeropuerto municipal de Santa Mónica, debido al mercado de compra y venta de obras de arte, abarrotado por coleccionistas, compradores, críticos y aficionados. La explanada era monumental, con numerosas carpas blancas y donde la cuota de ingreso era de 150 dólares en promedio. Se anticipaban 35 mil personas en un lapso de cuatro días. Fue necesario recorrer un laberinto de pasillos para encontrar el local de Narsiso, y las querellas en las oficinas de información fueron en vano.

Según Ever Velásquez, gerente de la galería Charlie James, que representa a Narsiso, Frieze Arts Fair es una de las ferias de arte más prestigiosas. Exponer en ese espacio implica un proceso semejante al de entrar a una universidad: trámites, requisitos, hacer un depósito solo por la solicitud de ingreso…

Logré dar con el puesto A7, justo cuando una periodista del diario El País se despedía tras solicitar a Narsiso una futura entrevista. Del muro colgaban obras que inmortalizan a trabajadores del campo en la serie Sin bandana. Ahí estaba el artista, interactuando con su público. Se tomaban fotos con él. La exposición había sido un rotundo éxito. Apenas eran como las cuatro de la tarde, y todas las piezas expuestas estaban vendidas. Se hizo presente el fenómeno de escasez y demanda. Sus obras se capitalizaron. Quienes preguntaban por el precio y la disponibilidad de alguna pieza, eran anotados en una lista de espera, a fin de adquirir futuras creaciones. La galería decidía a quién venderle la obra de Narsiso.

En la primera oportunidad, posamos para una foto ante las obras que comprenden Sin bandana. Era una pose firme y formal. “Así me siento fuera de lugar”, me susurró Narsiso al oído. Precisaba un abrazo caluroso para sentir el latir de un corazón regocijado por el éxito. “¿Qué es lo más interesante que te han dicho?”, le pregunté. Le tomó un largo tiempo digerir la información, mientras saludaba a su público. “The most refreshing from the entire fair”, dijo
“Pareciera trabajo efímero, pero es profundo”, opinó Ignacio Fernández Morales, pintor y arquitecto cubano que acudió a la exposición. “En la cara hay dificultad, pero hay alegría y transmite esperanza”, dice de las obras, plasmadas en cajas recicladas de fresas y cerezas. Además, “rechaza el uso del lienzo, que es lo tradicional del arte. En vez de descartar las cajas, las aprovecha. Es la tradición del inmigrante: aprovechar los desechos, tiene la cultura del reciclaje por necesidad”, apuntó. Sobre los personajes, Fernández Morales citó a Caravaggio, pintor italiano del siglo XVII quien incorporaba gente común en sus obras, en una época cuando solo gente importante tenía el privilegio de ser retratada. “En vez de pintar apóstoles, pintaba al señor que limpiaba casas, que no tenía estatus privilegiado. Las obras de Narsiso tienen algo parecido que le da valor a la gente del pueblo, en vez de glorificar a otros artistas”.

En los retratos, enmarcados con cajas recicladas de frutas, se aprecian los rostros expresivos de los campesinos, en cuyas espaldas contrasta un brillo de oro que les hace relucir como si fueran imágenes de arte sacro.

Narsiso quería hacer un tributo a los trabajadores inmigrantes agrícolas, presentes desde la época del Programa Bracero, lanzado en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial. Margarito Martínez, abuelo del artista, acudió a ese llamado cuando los hombres anglos se habían ido a la guerra y Estados Unidos requería trabajadores para las cosechas.

Entonces México y Estados Unidos crearon un programa agrícola de braceros. Ahí les robaron el 10 por ciento de su salario, que supuestamente era un fondo de jubilación. El dinero nunca apareció. Apenas hace dos años, durante la pandemia del Covid-19, se decía que los campesinos eran una especie de héroes porque mientras todo el mundo se quedó en confinamiento, ellos seguían trabajando para alimentar al país.

Al terminar el primero de los cuatro días de exhibición, fuimos a cenar al restaurante Monte Albán, ubicado al oeste de la ciudad de Los Ángeles. “¿Qué comes, aparte de nopales, verdolagas, quintoniles, chapulines y chicatanas?”, le pregunté al artista, que es vegetariano desde hace 15 años, mientras consultábamos el menú. “Todo, menos los chapulines y las chicatanas porque tienen ojos”, respondió, y soltamos una carcajada. Es decir, los ojos los hacen animales.

El maestro ya goza de la seguridad alimenticia, pero cuando estudiaba en la universidad era diferente. Tenía que racionar su alimento, y su vestimenta nunca ha sido de lujo.

Sentados a la mesa, me llega el presentimiento de que es hasta este instante cuando “le cayó el 20”, como decimos en la lengua vernácula, el momento eureka, de que había aterrizado en el éxito. Instantes ennoblecedores como estos son los que se persiguen con tenacidad, al grado de cruzar la frontera clandestinamente, y marcan la vida para siempre. “Lets take a shot for me”, solicitó a los cuatro comensales reunidos. “¡No me pidas eso!”, le contesté, con sarcasmo, sobre el elíxir. Otra convulsión de risa. Era obvio que algo especial acontecía en nuestra mesa, ya que los comensales vecinos volteaban a vernos y se contagiaban de nuestra felicidad. Le informamos a Memo, nuestro mesero, que estábamos celebrando a Narsiso por haber ganado un prestigioso premio de nivel internacional.

Ya era un hombre de 32 años, cuando Narsiso decidió estudiar arte. A su paso por un colegio comunitario, conoció obras de Vincent Van Gogh, Toulouse Lautrec y otros gigantes de la pintura, que lo conmovieron y le hicieron descubrir su vocación. Al mismo tiempo, su pertenencia al campo le permitió examinar las penurias y el esfuerzo de los trabajadores desde una perspectiva artística. Reconocido por un lenguaje sincero y original, actualmente hay piezas suyas en museos como: Hammer Museum, Orange County Museum of Art, Amon Carter Museum of American Art, University of Arizona Museum of Art, Long Beach Museum of Art, Crocker Art Museum, Jordan Schnitzer Museum of Art, entre otros.

Esas lágrimas destiladas de agaves fueron de las más exquisitas que había catado. Le pedí a los congregados que me dieran más tiempo para beber “porque le doy mil besos acariciando a la copa antes de ingerir”. Era un brindis por las afinidades, por la superación de retos, por los sacrificios de la vida. Era un brindis por Narsiso Martínez, los paisanos indígenas, los trabajadores del campo y todos los jodidos del planeta.

La otra ocasión que ingerí mezcal con un nudo en la garganta y derramando lágrimas que llenaban otra vez la copa de mezcal, fue al hablar con el pintor zapoteco Nicéforo Urbieta, quien fue comisionado por el Vaticano para pintar a los Mártires de Cajonos, beatificados a principios de los años noventa. El arte religioso había sido una herramienta de represión –y emblema de la ley– bajo el sistema de castas implementado por españoles durante el periodo virreinal para segregar a la gente de color, y cuyo efecto nos persigue hasta en nuestros días. “¿Por qué hiciste la obra?”, le reclamé. “Todo tiene un porqué”, dijo con ironía el maestro indígena, quien promueve el pensamiento zapoteco, al que llama Xigaab; y quien por sus ideales fue encarcelado durante seis años en Lecumberri, antigua prisión de alta seguridad en México. En el lienzo que entregó al Vaticano, Nicéforo acabó por plasmar su imagen en la obra sacra.

La discriminación pareciera un asunto lejano en el tiempo, pero apenas el pasado 15 de octubre de 2022, tuvimos que salir a las calles principales de la urbe angelina para protestar por unos hechos alarmantes y grotescos. Se había revelado que en una reunión, Nury Martínez, concejal de la ciudad de Los Ángeles, hizo comentarios racistas acerca de afroamericanos e indígenas. “Veo mucha gente chaparra y prieta”, dijo, mientras se carcajeaba sobre los oaxaqueños residentes en Koreatown. “No sé de dónde vinieron”, continuó burlándose. “(Son) tan feos”. Los concejales Kevin de León y Gil Cedillo, así como Ron Herrera, presidente de la Federación del Trabajo en el condado de Los Ángeles fueron cómplices.

Ante esos atavismos, el éxito de Narsiso, cuya tesis de maestría en artes plásticas fue sobre los trabajadores del campo, fortalece la esperanza, y es motivo de orgullo para los marginados. Cuando terminamos de cenar, Memo regresó a la mesa con una botella de mezcal y volvió a llenar nuestras copas. Enseguida, sacó su teléfono para tomar fotografías, mientras elogiaba al maestro: “Son pocos los que logran el éxito”, dijo. “Algunos ya están muertos cuando se les reconocen sus trabajos”, añadió. Para él mismo, el camino al éxito ha sido un sacrificio. Cuando empezó a estudiar inglés, a los 20 años, trabajaba en un restaurante de la ciudad de Santa Mónica. Del trabajo a su casa, recorría un trayecto de hasta tres horas en transporte público, sobre Santa Mónica Búlevar.

De estrella a pupilo en una noche

El salto a la fama conlleva reconocimientos y todos claman estar con las estrellas. Esa noche, Narsiso estaba invitado a una fiesta privada en las playas de Santa Mónica. La fiesta era exuberante, repleta de artistas que socializaban en una mansión de tres pisos ubicada a unos pasos del mar. Los vestidos eran extravagantes y algunos excéntricos. Era la noche de estrellas donde la barra, colocada al costado de la piscina, estaba bien surtida de champaña, vino, cerveza, tequila, mezcal y demás licores para todos los gustos etílicos. En el baño de la planta baja había una cola de al menos una docena de personas –se decía que además de cumplir como depósito de desechos fisiológicos humanos, se usa para intoxicarse. En el baño del tercer piso, espacio más íntimo, había dos chicas con la mirada perdida, sentadas en el piso esperando su turno. Llegó una mujer de unos 25 años vestida con una gabardina púrpura, desabrochada, que le llegaba a las rodillas. La miré de reojo y vi que se frotaba el vientre con las manos. “Los honguitos se están comunicando con mi cuerpo”, dijo. Una de las chicas en el piso respondió que ella había tomado otros estupefacientes, y estaba en estado exaltación.

En un escenario instalado en el patio de la mansión, una artista cantaba en playback/pista mientras sexualizaba el micrófono. Era esbelta, con cabello largo y lacio. Vestía un babydoll transparente mientras meneaba y sacudía con frenesí el trasero. Su apoteosis fue caminar gateando sobre los monitores de sonido del DJ; hombres y mujeres grababan el espectáculo erótico con sus teléfonos. Narsiso, campesino y “artivista” pueblerino, asombrado, fue despojado de su hábitat para encontrarse en un ambiente ajeno a su cultura, que amenazaba con quitarle la inocencia. “Nunca había visto algo parecido”, dijo, después del impacto de ese choque cultural.

Durante la cena, Ever Velásquez clavó sus ojos en el maestro para advertirle que tuviera cuidado con las tentaciones y así evitar que cayera en la perdición de los estupefacientes. En ese instante no era una estrella, sino un pupilo recibiendo consejos: “Invierte tu dinero en casas, en México”, le sugirió Ever, persuasivamente. Coincidí con Ever. Le hablé al maestro de los pintores de Oaxaca que han sido ejemplo de solidaridad, como Francisco Toledo, Rufino Tamayo o Rodolfo Morales, quien compró parte del antiguo convento de Santo Domingo en Ocotlán de Morelos, Oaxaca, para convertirlo en un centro de arte.

Esta noche, el panorama es esperanzador. Con los 25 mil dólares del Frieze Impact Prize, otorgado junto con Define América —organización sin fines de lucro que disemina historias sobre los migrantes—, Narsiso podrá seguir fortaleciendo su arte, visibilizando a los trabajadores del campo, y le será más fácil exponer en otros espacios de prestigio. Al momento, tiene programados proyectos artísticos que abarcan 2023 y 2024.

“Entonces ¿mi precio va a subir?”, pregunta. “¡Claro!”, exclamamos, y el maestro se frota las palmas, lleno de regocijo.

Gabriel Martínez estudió periodismo en la Universidad Estatal de California, Northridge. Narrador de los festivales Guelaguetzas que tiene lugar en el suroeste de Estados Unidos y también es ensayista independiente de ambos mundos, México y Estados Unidos. Además, es fotógrafo. Esta crónica fue realizada con fondos de “amigos de Gabriel Martínez”, aporte que se puede hacer por Zelle y PayPal en gabrielrepoting@gmail.com y editada por Patricia Ruvalcaba.

La Elegancia y Sensualidad Oaxaqueña en el Arte

La Elegancia y Sensualidad Oaxaqueña en el Arte

Por José Rojas y Kenia Arévalo

La historia de Israel Martínez, un artista oaxaqueño que a través de la pintura contribuye a la representación de su comunidad. Aquí les contaremos la historia.

Israel Martínez es un joven de origen oaxaqueño que emigró a los Estados Unidos a la edad de 14 años y que a pesar de todos los obstáculos que se le presentaron en su camino, él no se dio por vencido y luchó por su mayor sueño, que es pintar, y que ahora a través de la pintura está haciendo un impacto en la comunidad.

Israel llegó a Los Ángeles en 1992 del Valle de Oaxaca del pueblo de San Lucas Quiaviní desde pequeño le gustaba el arte y con el tiempo fue evolucionando. Al llegar aquí, al igual que muchos jóvenes inmigrantes, el mayor obstáculo para Israel fue el idioma. El hecho de que en su juventud Israel era muy tímido fue lo que le hizo más difícil para aprender inglés. Después de graduarse de la preparatoria, Israel no estaba seguro de lo que iba a hacer con su vida. Aunque siempre el arte fue algo que le llamó mucho la atención, él no estaba seguro de que pudiera hacerlo. Pero conoció a alguien que lo motivó a seguir su sueño.

“Yo siempre había querido hacer arte, algo que estuviera relacionado, pero el hecho de que no conocía a nadie era nada más algo que deseaba hacer pues, pero no sabía ni a dónde ir, a quién acudir, buscar información y todo eso”, cuenta Israel, “Mi maestro del arte comercial, él siempre me apoyó mucho porque él fue el que miró el potencial que tenía”.

Un profesional de arte fue invitado a la clase de Israel a ensenarle a los chicos sobre arte. Cuando el profesional de arte dibujo una mujer en vivo fue donde capturo toda la atención de Israel. Aunque era muy tímido, Israel dice que tomo valor para poder preguntarle cuando ya todos se habían ido de la clase sobre la escuela de cual él trabajaba. Israel aprendió que no debía tener folletos o ir largo para poder empezar sus sueños de crear arte.

Después de la preparatoria, Israel se inscribió al colegio comunitario de Santa Mónica en California. Y aunque él sabía que ahí iba a recibir una buena educación, su corazón le indicaba otra cosa. Al llegar a la escuela de arte, fue una de las cosas más importantes para Israel, ya que nunca había visto algo así. Un lugar que unificaba a tantos artistas y hermosas pinturas. Al salir de ese edificio, Israel quedó anonadado.

Cuando Israel visitó la escuela para aprender más del programa de arte fue impresionado al ver la galería de arte en la entrada y todos los dibujos que estaban en la pared como bocetos, retratos, figuras más extensas, pinturas, paisajes y mucho más supo que el quería estudiar en esta escuela.

Después de, quizá, saber muy poco sobre arte, ahora Israel es profesor en unos de los institutos de arte más importantes de la nación, en Otis College of Art and Design. Donde implementa la seguridad a sus alumnos para hacer que ellos también puedan seguir sus sueños.

“Ahorita con mis estudiantes decirles que para hacer arte no requieres de ir en grandes instituciones”, cuenta Israel que la clave es conocer a alguien que lo hace bien y que te enseñe a hacerlo y absorber lo más que puedas de esa persona, “Y después, seguir con otro y aprender lo más que puedas de una persona y después ya eso te da confianza, ya empiezas a ver la cosa, y llegas a un cierto nivel de que tú te puedes enseñar tú solo.”

A pesar de estar lejos de su querida Oaxaca, Israel siempre trata de llevar su cultura a través de sus pinturas: combinando la cultura oaxaqueña y lo sensual. Israel trabajaba en una cocina cerrada con algunos familiares de Oaxaca que tenían música de la Guelaguetza y fue cuando se inspiró a dibujar a su bello Oaxaca.

“Voy a hacer a usarlo y voy a reflejar lo que es Oaxaca, porque pues ya lo extraño y tenía años que no voy y quiero de una forma expresar lo que siento”, de un tradicional baile de Oaxaca llamado Flor de Piña Israel tomo inspiración para comenzar a hacer arte de Oaxaca, “yo lo visualicé y dije: ‘ah, voy a dibujar a una muchacha con una piña’”.

Ya que Israel no tenía referencia y se le hacía difícil viajar a Oaxaca el grupo de danza aquí en Los Ángeles, de Miriam López, La Nueva Antequera, le prestaron sus trajes para poder visualizar el arte. Ahora Israel maneja dos temas: cultural, de Oaxaca especialmente, bailable y también lo sensual.

A pesar de que Oaxaca está compuesta de 8 regiones, a él le apasiona pintar todo lo que tenga que ver con la región de la Costa y la región del Istmo. En especial, plasmar los misterios que guardan, celosamente, los rostros de los abuelos de estos lugares y su cultura. Con fotografías de amigos de Oaxaca, Israel utiliza las fotos o contracta fotógrafos para poder usar sus fotos para crear sus obras.

“En Oaxaca hay toda la inspiración.”

-Israel Martínez

“En Oaxaca hay bastante arte, bastante cultura, puedes vivir tres vidas y no vas a acabar de pintar todo lo que hay allá, toda la inspiración pues, lo que me gusta”, Israel cuenta muy apasionado.

Israel prefiere dibujar los rostros de las personas mayores porque entiende la historia y el misterio que capta en el rostro. Al combinar la cultura con la sensualidad, Israel siempre trata de presentar la cultura Oaxaqueña de una manera única y elegante.

Israel trata de inspirar a otros jóvenes que al igual que él les apasiona el arte, pero que tal vez no tienen esa información o apoyo necesario para que ellos realicen sus sueños. A través de las clases de arte que él imparte, les da a sus alumnos las herramientas necesarias para que ellos emprendan su destino en el misterioso camino del arte.